El contacto continuo con una persona mayor que, con el tiempo, ha ido necesitando cada vez más atención; termina generando un desgaste emocional en el cuidador. Esto no significa que no quieras seguir al servicio de tu ser querido, sino que, necesita espacios donde estar en soledad o, simplemente, realizar actividades que activen tu vida social y emocional. Tal vez, hace mucho tiempo que no tienes tiempo para ti. Puede entenderse. Después de todo, cuidar de una persona es una labor intensa y exigente. Y si encima esa persona es un ser querido, el compromiso moral y sentimental es aún mayor.

En un bosque mágico, había un árbol muy especial. Era el árbol de la memoria, y guardaba los recuerdos de todas las personas que habían vivido en el mundo. Sus hojas eran de colores, y cada una representaba un momento de la vida de alguien. Algunas eran verdes, otras rojas, otras amarillas, otras azules, etc. Entre las hojas del árbol, vivían dos pájaros. Eran un ruiseñor y una golondrina, y se llamaban Rui y Gola. Eran muy viejos, y habían estado juntos desde que eran jóvenes. Se querían mucho, y se dedicaban a cantar y a volar por el bosque.