Entre los métodos de actuación no farmacológicos se habla de establecer una rutina de actividades diarias y entre ellas cobra vital importancia el ejercicio físico. Y es que la actividad física está directamente ligada con la salud mental, pero con enfermos de Alzheimer mucho más, ya que si a la apatía le sumamos el sedentarismo nos encontraremos con un grave problema de movilidad en muy poco tiempo. Por ello es imprescindible incluir en su rutina 30 minutos de ejercicio aeróbico, en cualquiera de sus variantes y siempre adaptado a las capacidades físicas y cognitivas de nuestro enfermo: pasear al aire libre, una tabla de ejercicio sencilla con música, incluso un poco de baile nos ayudara no solo a mantenerlo activo sino también a levantar el ánimo y conseguir que no se hunda en la desgana.
Marina Preciado Hortigón. Fisioterapeuta de Alzhéimer “Tierra de Barros”