En los últimos años se ha avanzado mucho en el conocimiento del Alzheimer y de los procesos que se desarrollan a lo largo de la enfermedad, se ha conseguido mejorar mucho en la detección temprana y en la farmacopea que ayudan en la ralentización de aparición de los síntomas. Esto abre una puerta a la esperanza de lograr, en un futuro no muy lejano, una mejor calidad de vida para los afectados.
Pero por mucho que avance la investigación y los tratamientos hay un factor imprescindible y fundamental en la vida de estos enfermos: sus cuidadores.
Aunque contamos con una serie de ayudas externas como los Centros de Día, las atenciones y ayudas domiciliarias , las asociaciones de enfermos, y otros… la mayor parte del cuidado de un paciente de Alzheimer suele recaer en la familia más cercana: cónyuge, hijos y nietos.
Y esta es una tarea ardua y compleja, que seguramente exigirá de nosotros lo mejor de manera imperiosa y durante un largo plazo de tiempo. Por todo ello es vital que los cuidadores sean plenamente conscientes de que su familiar estará mejor atendido cuanto mejor se encuentren ellos.
No hay que olvidar que el mejor cuidador es aquel que sabe cuando “no estar” y el mal cuidador es el que no sabe despegarse del enfermo. Este último, con la mejor intención, no deja espacio para el enfermo y se agota él mismo. Es fundamental cuidarse porque si no en vez de un enfermo va a haber dos.
El 75 % de los cuidadores de enfermos Alzheimer tiene problemas de depresión, ansiedad, estrés. Por esa razón es crucial que el cuidador también se preocupe por sí mismo, que tenga momentos de descanso, que sepa delegar, pedir ayuda, que todos los días tenga un rato para él/ella, y todo eso no debe producirle sentimientos negativos, de culpabilidad o de egoísmo.
Desde un estado lo mas equilibrado posible del cuidador este podrá brindar al enfermo aquellos cuidados que le harán estar mejor, más tranquilo y feliz.
Abrazar y demostrar mucho afecto al enfermo, no discutir con él, tratar de aplicar el sentido del humor cuando se pueda. Comportamientos de este tipo tendrán un efecto muy positivo sobre el paciente. Al igual que deberemos evitar hablar de él como si no estuviera presente, o llevarle la contraria. Si como cuidadores nos encontramos razonablemente bien tendremos el estado de ánimo más adecuado para tratar a nuestro familiar con mano izquierda, para quitarle importancia a los fallos que pueda cometer, para mantenerle activo y entretenido, o no sobreprotegerle.
Y es importante también repartir tareas y cargas con la familia cercana, concedernos pequeños descansos periódicos. Con todo esto y la aplicación de las indicaciones de su neurólogo estaremos haciendo lo que está en nuestra mano para que nuestro familiar enfermo reciba la mejor atención y nosotros no nos veamos desbordados por la situación.