Querer volver a tu casa y no saber cuál es el camino, tener ganas de ir al baño y no encontrarlo... en tu propia casa, o ver a tus hijos y no reconocerlos. Eso es lo que la enfermedad del Alzheimer termina haciendo en aquellos que la padecen: va borrando su vida de su mente, sus recuerdos, sus logros, la persona deja de ser la que fue para convertirse en la carcasa de alguien al que poco a poco se le arrebata el contenido. Así de duro y así de cruel es el maldito trastorno, y como tal debe tratarse cuando el cine lo expone, cosa que no siempre logra, o tal vez no intente: El diario de Noah se centraba sobre todo en la historia de amor de sus protagonistas durante su juventud, dejando de lado un presente bastante menos edulcorado que lo que quedó atrás y El hijo de la novia tampoco profundiza en el tema, lo cual resulta bastante conveniente al tratarse de una comedia.
Iris, con Kate Winslet y Judi Dench en el papel de la joven y la anciana Iris Murdoch, ya era otra cosa, un retrato más fiel de una enfermedad devastadora, y Arrugas, que aunque fuera de animación, no miraba hacia otro lado y afrontaba la enfermedad como si de un film convencional se tratara, todo gracias al talento de Paco Roca, autor del cómic en el que se basaba. Pero posiblemente la más grande de las cintas protagonizadas por el olvido sea Lejos de ella, escalofriante retrato de una mujer derrotada por su memoria menguante. Julie Christie realizaba un trabajo memorable, por el que fue nominada al Oscar, al igual que lo ha sido Julianne Moore por el suyo en Siempre Alice, y aunque la segunda sea favorita al premio y la primera nunca estuviera en la misma situación, hay que reconocer que Moore no alcanza el nivel de Christie, por mucho que le insufle a su profesora todo el cariño y el respeto que la interpretación demanda.
Y es que Siempre Alice no abandona en ningún momento del metraje su aura de película destinada a emitirse por televisión una tarde de domingo, diluida entre programas que no son los más vistos. El problema estriba en un guión, basado en la novela de Lisa Genova, que pretende ser un homenaje a quienes sufren la enfermedad pero sin ser demasiado duro con su punto de vista, de modo que el público se haga una idea de cuanto hay que afrontar al padecerla pero sin que le duela verla más que a la mujer que le da el título a la película. Y eso no es positivo, porque cuando algo es duro no hay que edulcorarlo, tal decisión no le hace ningún favor a quienes saben que lo que están viendo es un velo delante de un agujero negro, y Julianne Moore es la parte más importante de esa exposición de síntomas del deterioro. Es una actriz extraordinaria y hace lo que puede con un papel estereotipado, pero tanto de la película como de ella esperábamos más, porque el tema y la actriz que lo interpreta dan para lograr el resultado sobrecogedor que no vemos reflejado en la pantalla.