El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, esto es, causada por la destrucción progresiva de las neuronas cerebrales. Una enfermedad típicamente asociada a la edad avanzada que, según han sugerido numerosos estudios, se desencadena por la conjunción de distintos factores genéticos y ambientales, caso de la exposición continuada a la contaminación atmosférica, de un historial de tabaquismo y de deficiencia de vitamina D, o de padecer hipertensión arterial en la mediana edad. Sin embargo, parece que el riesgo de alzhéimer empieza a fraguarse mucho antes de lo que siempre se había creído. Y no ya desde la infancia o la juventud, sino en fases aún anteriores de la vida. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver (Canadá) sugiere que el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer puede comenzar a gestarse ya desde el útero materno.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Acta Neuropathologica», muestra que el alzhéimer podría originarse ya en el embarazo o en el nacimiento en aquellos casos en los que el feto o el neonato carezca de unos niveles adecuados de vitamina D. Una situación, por tanto, que según la nueva investigación podría corregirse con la administración de suplementos a los bebés que presenten una deficiencia de esta vitamina.
Como explica Weihong Song, director de la investigación, «nuestros hallazgos muestran claramente que el déficit marginal de vitamina A tiene, ya desde una etapa tan temprana como el embarazo, un efecto perjudicial sobre el desarrollo cerebral y efectos a largo plazo que podrían facilitar la aparición del alzhéimer en las fases avanzadas de la vida».
Deficiencia vitamínica
El objetivo del estudio fue evaluar la posible asociación entre la deficiencia de vitamina A durante la gestación y la infancia y el posterior desarrollo de deterioro cognitivo. Y para ello, los autores emplearon un modelo animal –ratones– al que privaron del necesario aporte de vitamina A durante su desarrollo fetal y sus primeros meses de vida.
Como apuntan los autores, «estas fases iniciales del desarrollo son unos periodos cruciales en los que el tejido cerebral es ‘programado’ para el resto de la vida, ya sea en el caso de un animal o de una persona».
Los resultados mostraron un incremento de la producción de proteína beta-amiloide incluso en aquellos animales en los que el déficit de vitamina A fue ‘leve’. Un aspecto muy importante dado que, cuando adquieren una estructura errónea, estas proteínas beta-amiloide se adhieren entre sí formando fibras que, a su vez, se agregarán en oligómeros y placas de beta-amiloide, altamente tóxicas para las neuronas. De hecho, numerosos estudios han sugerido que estas placas son las responsables de la muerte de las células cerebrales que da lugar a la enfermedad de Alzheimer.
Y llegados a este punto, ¿qué paso con estos ratones con una deficiencia ‘precoz’, aun leve, de vitamina A? Pues que cuando se convirtieron en adultos tuvieron una menor capacidad de aprendizaje y memorización que sus homónimos con niveles normales de la vitamina.
Es más; la administración de una dieta rica en vitamina A los ratones ‘alevines’ a los que se les negó la vitamina durante su gestación no corrigió totalmente la situación. Y es que si bien mostraron, ya en su etapa adulta, una capacidad cognitiva superior a la de sus compañeros que no recibieron suplementos vitamínicos, siguió siendo inferior a la de sus homónimos que no sufrieron la privación fetal. Es decir, el daño ya estaba hecho, y había tenido lugar ya en el útero materno.
Entonces, ¿no hay nada que se pueda hacer? Pues sí. El daño aún se puede revertir, si bien no totalmente. Los investigadores administraron suplementos vitamínicos ya desde el mismo momento del nacimiento, lo que corrigió notablemente los problemas cognitivos.
Como apunta Weihong Song, «en algunos casos, la administración de suplementos a los ratones redujo el nivel de proteína beta-amiloide y mejoró sus déficits de aprendizaje y memoria. Es una cuestión de tiempo. Cuanto antes, mejor».
Tomar con precaución
Pero esta relación entre la vitamina A y el alzhéimer en un modelo animal, ¿es también aplicable a los seres humanos? Pues parece que sí. Los autores evaluaron a 330 personas mayores de la ciudad de Chongqing (China) y observaron que hasta el 75% de los participantes con un déficit ‘leve’ o ‘significativo’ de vitamina A sufrían deterioro cognitivo. Un porcentaje que en el caso de aquellos con niveles normales de la vitamina se estableció en ‘solo’ un 47%.
Sea como fuere, los autores requieren cautela sobre las implicaciones que puedan derivarse de su trabajo. Como concluye Weihong Song, «la deficiencia de vitamina A, aun común en muchas regiones desfavorecidas del mundo, es rara en muchos países occidentales y el exceso de este nutriente puede resultar perjudicial. En particular, las mujeres embarazadas no deberían tomar suplementos de vitamina A en exceso. Una dieta equilibrada es la mejor manera de asegurar unos niveles adecuados de este nutriente».