Los psicólogos saben que la felicidad, además de favorecer la empatía, facilita el rendimiento cognitivo, la resolución de problemas y la creatividad, la curiosidad y la flexibilidad mental, así como el aprendizaje y la memoria. Pero el mecanismo neural que justifica estas observaciones está por descubrir.
Por eso un equipo de investigadores de la Universidad de Kioto se ha adentrado en la misteriosa selva del cerebro en busca de la fuente de la felicidad, una emoción muy relacionada con la autoestima y la confianza en uno mismo.
Resonancia magnética en mano, decidieron examinar el cerebro de los participantes en su investigación después de haberles pasado un test para conocer lo felices que eran habitualmente, la intensidad con que sienten las emociones, y cómo de satisfechos estaban con sus vidas.
Su análisis, publicado en “Scientific Reports”, reveló que quienes obtuvieroncalificaciones más altasen las encuestas de felicidad tenían más materia gris en una zona del cerebro denominada precuneus, o precúneo. En otras palabras, esas personas que sienten una felicidad más intensa, la tristeza con menos intensidad, y son más capaces de encontrar sentido a la vida tienen precuneus grandes.
Situado internamente entre los dos hemisferios cerebrales, en la zona posterior, el precúneo es una de las regiones con mayor número de conexiones de la corteza cerebral, y actúa como un nodo logístico que permite el procesamiento de la información