Martes, 15 Diciembre 2015 08:57

LOGOPEDIA EN ALZHÉIMER: TODO UN RETO

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Plantearme trabajar en un centro de enfermos de Alzhéimer supuso para mí todo un reto, a nivel personal y profesional. La enfermedad me había tocado muy de cerca y la idea de ver su avance día a día no dejaba de atemorizarme. Por otro lado, sentía que debía poner mi granito de arena, que se lo debía a esa persona que se fue, y que estuvo ausente durante años, sin poder hacer nada más que acompañarle y darle cariño. Acepté el reto, con una máscara en la cara durante los primeros días, para no hacer ver que podía ser una situación dura. Y comencé a conocerlos. A los usuarios, que enseguida me acogieron como a una nieta, y a mis compañeras, que hicieron muy agradable la tensión del primer contacto con un ambiente diferente.

Hace ya ocho meses que comencé esta experiencia y el balance es realmente positivo. Mi trabajo siempre ha sido gratificante, lleno de emociones, y con muchas satisfacciones profesionales. En este caso, no sólo ha sido así, sino que ha llenado un vacío personal que quedé pendiente. Los usuarios han podido aprovecharse de mí, de mi conocimiento, pero sin duda yo me llevo mucho más, me aprovecho de todos los gestos de cariño que tienen a diario hacia mí: besos, halagos, abrazos… Por supuesto, las satisfacciones profesionales están presentes: ayudarles a recordar momentos, a encontrar la palabra exacta, a que consigan un ritmo de respiración adecuado y traguen sin aspiraciones…

 

He de hacer mención también a mis compañeras de trabajo. Cuando eres familiar te preocupa conocer en todo momento cómo estará cuidada la persona en ese centro, si le va a beneficiar o por el contrario sería mejor quedarte en casa con él… A mí me ha sorprendido gratamente el trabajo que realizan mis compañeras. Todo planificado y estructurado: talleres, merienda, estimulación, musicoterapia… La comida (que no he probado, pero que huele siempre de maravilla), adaptada a sus necesidades, uno por uno. Los programas específicos de fisioterapia y psicología, con compañeras que se entregan y les hacen reír. Trabajadora social, siempre con proyectos, memorias y papeles, intentando sacar el máximo partido a cualquier oportunidad, en beneficio a nuestros mayores. La gerocultoras y ayudantes de enfermería, siempre pendientes a cualquier necesidad. Y, por supuesto, una directora, que pese a las dificultades, no pierde la sonrisa.

Todo esto suena de maravilla, pero yo resumiría el trabajo que hacen con una sola palabra: CARIÑO. No faltan a diario besos, abrazos, bromas y gestos de cariño hacia nuestros pacientes. Hacen que se te contagie la sonrisa y trabajes con ellos brindándoles el mismo cariño que te dan desde el primer momento. Jamás pensé que mi experiencia en el centro pudiera llenarme de la manera que lo ha hecho. Desde aquí sólo puedo dar las GRACIAS por darme esta oportunidad.

Sandra Casado Zama

Logopeda col. 06/0090

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