Jueves, 25 Junio 2015 13:43

LOS ERRORES MÁS COMUNES QUE COMETEMOS AL CUIDAR A UN ENFERMO DE ALZHEIMER

Valora este artículo
(0 votos)
mANOS mANOS Manos

Equivocarse es lo más sencillo del mundo, y más teniendo en cuenta que según un estudio reciente, de las más de 100 decisiones diarias que tomamos, casi el 80 por ciento de ellas son erróneas y a veces ni somos conscientes de ello.

Por eso, nuestro objetivo al hacer referencia a este artículo no es demonizar al que se equivoca, ni hacerle sentir culpabilidad por ello, todo lo contario, ya que partiendo de la base de que equivocarse es de humanos y rectificar es de sabios, entendemos que aunque los errores forman parte del aprendizaje de la vida, formarnos sobre ellos, y conocerlos, también es una manera de mantenerlos a raya para evitar en la medida de lo posible repetirlos.

Saber cuáles cometemos con más frecuencia, es una manera de aprender a no cometerlos con tanta frecuencia.

 

Como probablemente sepas ya, atender a una persona con Alzheimer es una tarea tan dura como compleja. Además de conocer al afectado o afectada y manejar información sobre el proceso que está atravesando, son imprescindibles grandes dosis de esfuerzo, paciencia, constancia, capacidad de comprensión… En resumen: necesitaremos lo mejor de nosotros mismos en todos los sentidos. Pero incluso poniendo el máximo de nuestra parte, es casi inevitable cometer errores.

Entre los más comunes están los relacionados con la comunicación. Es obvio que, con frecuencia, resulta difícil tanto comprender lo que siente el enfermo como tener la certeza de que él nos ha entendido. Por eso en ocasiones, a menudo sin pretenderlo, intentamos demostrarles que tenemos razón y que ellos están equivocados a través de razonamientos lógicos, como si fuésemos a encender una luz en sus mentes que súbitamente les hiciese ser conscientes de la realidad que les rodea. Lo único que conseguiremos con esta clase de comportamiento es incrementar su estado de confusión y, lo que es peor, provocar que adopten una actitud defensiva.

Es importante aprender a no utilizar un lenguaje negativo“no hagas eso”“no digas eso”“no tienes razón”“no es cierto” y fórmulas similares son expresiones a evitar en la mayor parte de los casos. Tampoco debemos ‘forzar’ su memoria, por ejemplo con relatos sobre lo que ‘realmente sucedió’ cuando evoquen eventos pasados y percibamos distorsión en el relato.

Pero entonces… ¿qué hacemos? Una de las claves es aprender a comunicarnos más con emociones que con palabras, tanto a la hora de recibir como a la de emitir. Interpretemos el estado de ánimo de la persona que tenemos enfrente más allá de la literalidad de su discurso, busquemos maneras de hacerle sentir bien en lugar de preocuparnos por aclararle nuestra verdad o sus errores. Una forma de conseguir esto es llevar la conversación hacia temas positivos y agradables. También podemos darles muestras sencillas de cariño: en determinado momento, un abrazo o una caricia puede cambiar la irritación por bienestar.

Hay enfermos incurables, pero ninguno incuidable.

Francesc Torralba

El otro error más habitual es que el cuidador se olvide de sí mismo. Es fundamental mantener la motivación y la autoestima lo más altas posible, encontrar el tiempo y la forma de sentirnos bien a pesar de las dificultades. Recuerda siempre que si tú te dejas ir, habrá dos problemas donde antes había sólo uno. Estas son algunas claves que pueden resultarte de ayuda:

  • Ni dejar de informarnos, ni empacharnos de datos. Cuando el cuidador tiene vínculos emocionales con el enfermo, es normal que busque información sobre lo que le está pasando. Pero escuchar todo lo que nos dicen, leer todo lo que cae en nuestras manos, puede conducir a un estado de pánico poco justificado. Se trata de encontrar un equilibrio.
  • Confía en lo que haces. De lo contrario, tu esfuerzo perderá todo el sentido.
  • No te culpes. No pierdas de vista qué estás haciendo, por qué lo haces y, sobre todo, hasta dónde puedes llegar. No esperes de ti mismo milagros: sólo obtendrás frustraciones.
  • Aceptar no significa tirar la toalla. Debemos estar preparados para los momentos más duros de la enfermedad y asumir que hay cosas que no podemos revertir. Eso no significa rendirse, ni muchísimo menos.
  • Guarda tiempo de calidad para ti. Aunque sean diez minutos al día, necesitas reponer con regularidad tu depósito de ánimo. Por mucho que las cosas se tuerzan, no dejes nunca de hacerlo.

¿Qué has aprendido tú? ¿Cuál es tu experiencia personal? Puedes dejar un comentario para compartir tu conocimiento con la comunidad.

Visto 4526 veces