
Una de las situaciones más frecuentes —y a veces más desconcertantes— para quienes conviven con una persona con demencia es la repetición constante de preguntas, frases o historias. “¿A qué hora comemos?”, “¿Dónde está mi madre?”, “¿Te he contado lo del trabajo?” pueden escucharse una y otra vez en pocos minutos. Esto tiene un nombre: perseverancia verbal, y es un síntoma común en las enfermedades neurodegenerativas.
Aunque puede resultar frustrante o agotador para quienes acompañan, entender por qué ocurre y cómo manejarlo con calma puede marcar una gran diferencia en el bienestar de ambos.
¿Por qué repiten tanto?
La perseverancia verbal no es algo que la persona haga a propósito, ni busca molestar. De hecho, suele tener su origen en:
- La pérdida de memoria a corto plazo: no recuerdan que ya han hecho esa pregunta o contado esa historia.
- La necesidad de seguridad emocional: muchas de estas frases repetidas tienen detrás miedo, inquietud o confusión. Repetir es una forma de buscar consuelo.
- La dificultad para mantener una conversación fluida: la capacidad para generar ideas nuevas o adaptarse al diálogo puede verse afectada, y recurren a lo conocido.
¿Qué podemos hacer para acompañar mejor?
- Responder con calma, aunque ya lo haya dicho antes
Es normal sentir cansancio, pero tratar de no corregir ni mostrar enfado ayuda a que la persona no se sienta rechazada o confundida.
- Buscar lo que hay detrás
A veces, la frase es solo la punta del iceberg. Si repite “¿Cuándo vamos a casa?”, quizá lo que expresa es desorientación o deseo de sentirse en un lugar seguro. Responder solo con datos no siempre calma: a veces basta con tomarle la mano y decir “Estás bien, estoy contigo”.
- Utilizar apoyos visuales
Colocar un cartel con la hora de la comida, una pizarra con el día de la semana o fotos de los familiares puede reducir la necesidad de repetir preguntas.
- Redirigir con afecto
A veces podemos cortar el bucle con una propuesta suave: “¿Y si me ayudas a doblar esta servilleta?” o “Vamos a mirar juntos este álbum de fotos”. No se trata de distraer sin más, sino de reconducir desde el vínculo.
- Cuidarnos como acompañantes
Escuchar la misma frase veinte veces puede ser agotador. Es importante reconocerlo sin culpa. Pedir ayuda, turnarse si es posible y buscar momentos de autocuidado es esencial para sostener el acompañamiento a largo plazo.
La perseverancia verbal es una manifestación más de los cambios neurológicos que produce la demencia. Si aprendemos a verla no como una molestia, sino como una señal de que algo no va bien —o de que simplemente necesita contacto—, podremos responder con más comprensión y menos desgaste.
Y aunque no podamos evitar que repita… sí podemos hacer que se sienta escuchada, acompañada y segura.
Psicología Alzheimer.