Ilustración 1. Foto Expo Re-Cordis. Jorge Armestar.
Para facilitar la comprensión con una persona con demencia, los mensajes tienen que ser cortos, claros, breves y directos, evitando negaciones o condicionales, siempre que sea posible. Por ejemplo, en vez de decir: “No te lo comas todo si no te apetece”, es preferible decir: “Come lo que te apetezca”. O, en vez de decir: “¿Qué te parece si aprovechando que no llueve salimos a dar un paseo?”, decir: “¿Salimos a pasear?”.
Repetir los mensajes tantas veces como sea necesario, procurando hacerlo siempre con las mismas palabras, excepto si nos damos cuenta de que no comprende alguna. Si cambiamos constantemente la forma de preguntar, sin esperar a que pueda procesar la información que ya se le ha dado, aún lo confundiremos más.
Potenciar la comunicación no verbal. Exagerar o modular intencionadamente la expresión facial, los gestos, el volumen o el tono de voz favorecerá la fluidez y el éxito de la comunicación.
Evitar la confrontación con la evidencia, recordando siempre que la actitud de la persona con Alzheimer no depende de su voluntad. Frases como: “¿Otra vez? ¡Ya me lo has preguntado tres veces!” o: “¿Cómo puede ser que no te acuerdes?”, solo conducen a generarle frustración, irritabilidad, tristeza y retraimiento.
Dar tiempo, facilitar y no interrumpir. Si se pierde la paciencia y se terminan las frases por ella, perderemos los detalles y estaremos impactando en su autoestima y seguridad en sí misma. La opción es facilitar alternativas a las palabras que no puede evocar o formular preguntas sencillas que pueden ayudarle a expresar lo que quiere, fomentado así su confianza. Es muy importante procurar no interrumpirle cuando ha comenzado a decir algo, ya que puede hacerle olvidar lo que quería expresar.
Formular preguntas con opciones de respuesta concretas, ya sea sí o no, o escoger entre diferentes opciones. Por ejemplo, “¿Estás cansado?”, en lugar de: “¿Qué te pasa?”, o: “¿Qué prefieres: fresas o mandarina?”, en vez de preguntar: “¿Qué fruta quieres?”.
Mantener la calma y ponerse en su lugar. Hay que empatizar con la persona con Alzheimer, sin pretender que ella se ponga en el lugar del cuidador, ya que le resulta imposible hacerlo, mientras que nosotros, aunque no siempre es fácil, sí que podemos.
Mostrar un interés genuino por lo que la persona afectada intenta comunicar. Facilitar la expresión de sus deseos, emociones y sensaciones es clave para su bienestar.
Evitar o minimizar los entornos ruidosos. Un ambiente ruidoso, con mucha gente o con varias conversaciones a la vez, interfiere en la comunicación.
Fuente: GUIA LA COMUNICACIÓN CON UNA PERSONA CON ALZHEIMER. Fundación Pasqual Maragall.
Psicología Alzheimer.