Una vez que aprendemos a caminar de pequeños, se automatiza la acción y se convierte en algo espontaneo, solo aquellas personas que hayan perdido la capacidad de andar saben realmente lo difícil que es de recuperar el gesto, lo terriblemente complejos que son los pasos necesarios para desplazarnos manteniendo el equilibrio. Practicar walking mindfulness no es más que prestar atención a todos aquellos movimientos que realiza nuestro cuerpo en cada paso, como se mueven los pies, las piernas, como se balancea el cuerpo con cada zancada, cómo reaccionan los brazos buscando el equilibrio del centro de gravedad…es algo más que caminar, es caminar pensando, pero sin pensar. Precisamente eso es lo que debemos buscar, “no pensar”, no pensar en nada que no esté involucrado en el paseo, no pensar en que debo hacer ahora, en cosas del trabajo, en la cena que tengo que preparar cuando llegue a casa…
A continuación, te pongo un ejemplo de cómo podría ser:
- Céntrate en la respiración, toma conciencia de tu cuerpo como una totalidad que respira. Tu respiración estará en armonía con tus pasos y tu mente se relajará fácilmente de forma natural.
- Toma conciencia del impulso de caminar, de cómo el peso se va balanceando de un pie al otro con cada paso, de las sensaciones en la planta de los pies, en las piernas, la cadera. Puedes también sentir tu cuerpo como una totalidad que respira y se va deslizando hacia delante al caminar.
- Realiza escucha activa, este es buen momento para escuchar tu cuerpo, si hay alguna parte que te duele, que haya tensión en algún musculo, si alguna articulación duele al doblarse. No es momento de pensar porque te duele, no juzgamos, solo analizamos la realidad, al terminar el paseo será el momento de analizar lo que hemos descubierto, si nos dolía la espalda o el pie y como poder ponerle remedio.
- Sumérgete en el paisaje los olores, los sonidos. También las sensaciones táctiles, la calidez del sol o el viento en tu piel. Siempre intentando estar muy presente en la experiencia de caminar, sin que la mente vague al pasado o al futuro, sin querer ir a ningún lugar. Sin juzgar ni etiquetar lo que percibes, ni te gusta ni te disgusta, simplemente es. Observas el paisaje, los árboles, las flores, los colores, sin ponerles nombre, solo sintiendo.
Empieza practicando por este orden y cuando lo tengas controlado hazlo tuyo, como decía Machado “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Marina Preciado Hortigón. Fisioterapeuta de Alzheimer “Tierra de Barros”