Para entender mejor este síntoma, debemos aclarar que los delirios son ideas erróneas del pensamiento que el enfermo vive como si fueran reales y verdaderas. Es decir, ellos crean en su imaginación una realidad que nada tiene que ver con la situación presente que están viviendo.
Los delirios que las personas experimentan son tan “reales”, que la ansiedad y la angustia alcanza niveles altísimos cuando el enfermo considera que su casa de toda la vida es un lugar extraño.
Este tipo de ideas delirantes pueden venir asociadas a que, en numerosas ocasiones, los afectados por la enfermedad creen vivir en un tiempo pasado, no en el momento presente, por eso a veces piden ir a casa con sus padres o sus hermanos, ya que ni siquiera recuerdan que están casados y/o viven en otro domicilio.
Saber afrontar los delirios de esta naturaleza convenientemente, es fundamental para manejar de forma eficaz las situaciones conflictivas derivadas.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
- No tomar su comportamiento como algo personal ya que sus acciones y conductas son consecuencia de la enfermedad.
- Utilizar palabras tranquilizadoras y no de reproche y enfado.
- No tratar de razonar. Es un gasto inútil de tiempo y esfuerzo.
- Nunca decirle “ACUERDATE”. Hay que ayudarle a recordar, por ejemplo, enseñándole objetos de su casa a los que esté apegado o les tenga especial cariño, como un sillón, o algún adorno, como estrategia para ayudarle a reconocer ese entorno como propio.
- Desviar la atención de la idea delirante saliendo fuera del domicilio y dando un paseo por los alrededores.
- Mantener la calma y ser paciente ante la insistencia del enfermo. Con voz calmada y tono suave, no tratar de discutir ni usar la lógica.
En resumen, debemos tener presente que, en la mayoría de los casos, es mucho más eficaz desviar la atención hacia otra cosa, hasta que el delirio se “pase” o se “olvide”, antes que insistir en hacerles entrar en razón sobre una realidad que ellos viven de una manera totalmente diferente a la nuestra.
Y no olvidar nunca que LA MEJOR MANERA DE ENTENDER AL OTRO ES CALZÁNDONOS SUS ZAPATOS.
Mª Magdalena Galindo Díaz
Psicóloga Centro de Día de Alzhéimer “Tierra de Barros”