Miércoles, 05 Febrero 2020 09:53

ALZHÉIMER, PROBLEMAS Y SOLUCIONES: NO QUIERE ASEARSE

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No Arrugarse

Hoy hablaremos de uno de los problemas más frecuentes que cualquier cuidador/a de una persona con demencia suele sufrir en su día a día, el aseo del enfermo. Es una lucha difícil de afrontar, ya que la negativa del paciente a la hora de asearse, provoca momentos de máxima tensión e incluso crisis de ansiedad o conductas agresivas del paciente. Para entender estas respuestas, hay que tener siempre presente que bañar o asear a un enfermo de alzhéimer supone entrar en su espacio de intimidad, con todo lo que eso significa, por lo que es necesario tener mucha cautela y paciencia.

Aprender a compartir con otra persona este momento tan íntimo es un proceso de aceptación difícil y delicado, sobre todo si hablamos de que quienes nos asean son nuestros propios hijos, yernos o nueras. La situación es más llevadera en el caso de los cónyuges.

A esto hay que añadir el hecho de que muchas veces al enfermo le cuesta comprender por qué deben ser asistidos o ayudados en el baño o en su aseo corporal, sintiendo que están invadiendo su intimidad completamente.

Es importante respetar este tipo de sentimientos y dar tiempo al enfermo/a para que acepte la asistencia y/o la ayuda durante el baño. Para lograr esta aceptación es importante ser respetuoso, paciente y creativo.

Para lograrlo es importante conocer sus gustos o rutinas previas al baño, para tratar de mantenerlas ya que favorecerán enormemente la colaboración del enfermo. Por ejemplo, saber con qué frecuencia se bañaba, el horario en que lo hacía, tipo de jabón, temperatura del agua, etc. El horario de baño no tiene por qué coincidir con el horario normal de una persona sin demencia. Por ejemplo, un paciente puede resistirse a que lo ayuden a bañarse al anochecer, momento en que puede haber agitación, pero aceptar muy bien la ayuda a mediodía. Se debe buscar el horario que cause menos problemas.

  ¿QUÉ PODEMOS HACER?

  • Si no es capaz de entrar en la bañera se puede asear de pie o en la cama según su frado de deterioro.
  • Respetar su intimidad y tener muy en cuenta sus hábitos de higiene.
  • Animarlo y motivarlo para que se bañe. Decirle lo guapo/a que va a quedar, entre piropos y halagos.
  • Hacer del baño un momento relajante y lúdico, por lo que a veces poner música suave puede ser una estupenda opción para lograrlo.
  • Aprovechar el momento del baño para observar el estado de la piel en busca de heridas, enrojecimientos o hematomas.
  • Ayudarlo a secarse bien, sobre todo la zona de los pliegues cutáneos como ingle o axilas.
  • Vigilar que el agua y el ambiente del baño tengan una temperatura adecuada.
  • Adaptar la ayuda a las capacidades que todavía posee, por ejemplo, dejarlo usar la esponja si aún es capaz de hacerlo.
  • No dejarle solo en el baño.
  • Preparar el material necesario antes de empezar y simplificarlo. Si se va a bañar solo, dejarle únicamente lo que va a necesitar para que no tenga que tomar decisiones, disminuyendo así el riesgo de errores.
  • Tomarse tiempo y no hacerlo corriendo.
  • Hablarle a lo largo del aseo, indicándole paso a paso lo que tiene que ir haciendo
  • Cuando no sepa bañarse solo, le ayudaremos siguiendo siempre la misma secuencia.
  • Darle toda la seguridad necesaria: agarraderas, suelo deslizante, etc.
  • Si a pesar de todo, el aseo y el baño siguen sin poder llevarse a cabo correctamente, es aconsejable que lo realice un profesional.

Estas son algunas pautas a tener en cuenta, pero no debemos olvidar que cada enfermo es un universo único y distinto, y que lo que puede resultarle útil y positivo a una persona puede no ser así para otra. Por eso, siempre que tengamos que afrontar la misión de cuidar a otros, no podemos olvidar que respetar la individualidad y la forma de ser de cada uno es la mejor forma de saber adaptar el cuidado a las persona y no al contrario.

La ayuda, como su mismo nombre indica, debe estar al servicio de quien lo necesita, y siempre tiene que ser la que se adapte al enfermo. Solo así conseguiremos que momentos tan delicados y complejos como la hora del baño, sean lo más llevaderos posibles, tanto para el que cuida como para quien es cuidado.

Mª Magdalena Galindo Díaz

Psicóloga Centro de Día de Alzhéimer “Tierra de Barros”

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