Y es que aquella tarde nuestros abuelos “merendillaron” pan con chocolate, no solo para alimentarse y reponer fuerzas, sino para, mediante la utilización de los alimentos, trabajar las reminiscencias de su infancia, despertando y estimulando los recuerdos de aquellos días en los que ellos eran niños y comían pan con chocolate con sus amiguitos, sentados en el umbral de sus casas.
Fue una actividad muy emotiva, no solo por la cantidad de recuerdos hermosos que compartieron entre ellos, sino por la alegría que supuso para ellos poder volver a disfrutar de esos recuerdos a través de una deliciosa jícara de chocolate.
Y es que a veces, las cosas sencillas, como un determinado alimento, puede ser un fantástico instrumento de trabajo para estimular a nuestros enfermos.
El alzhéimer adormece los recuerdos, pero un sencillo gesto de afecto a veces basta para volver a despertarlos.