La ansiedad es un estado afectivo con sensación de aprensión que se acompaña de activación del sistema nervioso autónomo. Actúa como mecanismo de alerta y adaptación ante situaciones amenazantes para la integridad del individuo. Sus manifestaciones tienen varios componentes: somático (síntomas vegetativos), cognitivo (nerviosismo, percepción de malestar) y motor (temblor).
Es muy frecuente en pacientes con deterioro cognitivo. La superposición de deterioro cognitivo, depresión, ansiedad, y agitación dificulta el diagnóstico. En pacientes con demencia se asocia con peor pronóstico y calidad de vida, más alteraciones conductuales y limitaciones funcionales, alteraciones del sueño, peor rendimiento neuropsicológico, mayor institucionalización y sobrecarga del cuidador.
La prevalencia de síntomas ansiosos en población con deterioro cognitivo es mayor del 30%. Según diferentes estudios, esta prevalencia es de un 5%-21% para trastornos específicos de ansiedad y de un 8%-71% para síntomas ansiosos. Hasta el 75% de los pacientes con deterioro cognitivo ligero tienen síntomas ansiosos; en éstos el riesgo de conversión a demencia es del doble con respecto a aquellos sin ansiedad.
Los síntomas ansiosos parecen más asociados con deterioro funcional que con gravedad del deterioro cognitivo, y son más frecuentes si hay patologías médicas añadidas.
Diversos estudios muestran mayor prevalencia de ansiedad en la demencia vascular y el deterioro cognitivo ligero que en Alzheimer, similar en Alzheimer y demencia asociada a enfermedad de Parkinson, y mayor en demencia frontotemporal frente a otras demencias. La ansiedad puede presentarse aislada, pero suele asociarse a otros síntomas psicológicos y conductuales como depresión, alucinaciones, delirios y errores de identificación. Alteraciones conductuales como deambulación, inquietud motora, lenguaje o acciones repetitivas pueden relacionarse con ansiedad.
Los síntomas de ansiedad presentan ritmicidad circadiana, con empeoramiento vespertino y nocturno, generalmente secundario a la dificultad para valorar el entorno y miedo a estar solos. También suele existir claro incremento ansioso posprandial (después de las comidas). Es frecuente la ansiedad con cambios del medio (de cuidadores, de lugar, al ir al centro de día, durante el aseo, etc.) y también los temores fóbicos (a quedarse solo, situaciones no familiares, viajes, a salir de casa, a la higiene; al agua, a la ducha) y la ansiedad por aislamiento. También, al darse cuenta el enfermo de su incapacidad para realizar tareas.
Hasta un 75% de pacientes con demencia con trastorno de ansiedad también cumplen criterios para trastorno depresivo mayor; esta comorbilidad es más evidente en pacientes con Alzheimer. Los síntomas de ansiedad pueden ser primarios, por disregulación de la neurotrasmisión, o secundarios, por alteraciones cerebrales por neurodegeneración o efecto de patologías médicas o tóxicos. En la mayoría, la causa suele ser multifactorial.
Cambios ambientales, de domicilio, de cuidador o de rutinas suelen causar ansiedad. Diversas patologías médicas pueden ocasionar síntomas vegetativos similares al componente somático de la ansiedad. El dolor puede presentarse como alteraciones conductuales, ansiedad, irritabilidad o agitación. Por último, algunos síntomas similares a la ansiedad pueden ser también secundarios a fármacos o tóxicos.
Dra. Rosa María Rodríguez Fernández
Neuróloga. Complexo Hospitalario Universitario de Ourense
Comité Científico kNOW Alzheimer
Fuente: http://knowalzheimer.com/ansiedad-la-enfermedad-alzheimer/