
Una de las principales causas de culpa en el cuidador es su nivel de autoexigencia. Como personas debemos darnos el permiso de fallar, ya que, eso es la principal condición del ser humano. Son tantas las actividades que se desarrollan en la labor del cuidado que pretender hacerlas todas perfectas es garantía de que la frustración llame a nuestra puerta. Otro punto a tener en cuenta es si el cuidador está recibiendo un alto grado de heteroexigencia, es decir, cuando la exigencia del cuidador no viene dada por sí mismo sino del entorno (familiares, o el propio enfermo). Ser conscientes tanto de la autoexigencia como de la heteroexigencia es un punto de inflexión para comenzar a actuar ante ello.