Una adolescente empieza a leer un poema de Rudyard Kipling, rompiendo el silencio en una sala de ancianos: "Si puedes conservar tu cabeza/ cuando a tu alrededor todos la pierden"... Uno de ellos, aquejado de Alzheimer, murmura el resto: "serás un hombre, hijo mío".
Para luchar contra la pérdida de memoria que sufren 800.000 personas en el Reino Unido, las instituciones especializadas y los hospitales recurren a la poesía.
La melodía y el ritmo de versos conocidos logra llamar a la puerta de la memoria, sirve de "detonante que activa" la palabra y los recuerdos, explicó Jill Fraser. La asociación "Kissing it Better", que ella dirige, organiza lecturas en asilos de ancianos.
Cuando los pacientes "escuchan una palabra que pueden recordar de un poema, se les ilumina el día", explicó Elaine Gibbs, directora de la residencia de ancianos Hylands, que alberga a 19 pensionistas en Stratford upon Avon, la patria chica de William Shakespeare, en el centro de Inglaterra.
Miriam Cowley, con su cabello gris recogido y su vestido de flores, escucha atentamente a una joven que lee el poema "Margaritas", de William Wordsworth, un clásico en las escuelas británicas.
"Conocía el poema pero lo he olvidado. Lo aprendí cuando era una niña", recuerda esta antigua profesora, que sufre pérdida de memoria a corto plazo. "Tendré hermosos sueños, sueños tranquilizadores, de margaritas y árboles", se felicita.