Viernes, 26 Diciembre 2014 09:55

NAVIDAD Y ALZHEIMER. UNA REFLEXIÓN

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Luna Luna Luna

De nuevo queremos compartir con vosotr@s una reflexión muy íntima y personal de la bloguera Ana Romaz, de la web “hechos de hoy”, que no duda, cada vez que tiene oportunidad, en hablar abiertamente sobre el mal del olvido y sus consecuencias vitales en primera persona.

En este caso nos hace pensar sobre el sentido de la navidad, unas fiestas con un significado muy familiar, y como ese sentido y esa razón de ser cambian por completo cuando la enfermedad se lleva a alguno de nuestros seres queridos.

No dejéis de leerla, merece la pena.

 

De nuevo, un año más, llegamos a estas fechas navideñas llenas de color y sensaciones. Un año más hemos sacado la hermosa colección de adornos, atesorados navidad a navidad, y hemos distribuido luces por toda la casa.

Una vez más hemos ido abriendo cada día el calendario de Adviento con su pequeña sorpresa dentro. De nuevo hemos buscado y rebuscado ese regalo especial para cada miembro de la familia. Y, como no podía ser de otro modo, hemos elaborado el menú que disfrutaremos en Nochebuena y Navidad.

Todo esto es la parte festiva y alegre de esta celebración. Tanto si celebramos el cristiano nacimiento de Cristo, como si lo hacemos del solsticio de Invierno, estas son fechas de reunión, de calor de hogar, de reencuentros y abrazos, de sorpresas infantiles y de momentos que guardaremos celosamente en nuestra memoria.

Para los que tenemos a alguien cercano afectado por el Alzheimer estos días tienen matices distintos. En nuestra familia la Navidad siempre se celebró con rotundidad. Teníamos toda una serie de rituales anuales: decorar la casa paterna entre las hermanas, ir apilando los regalos desde primeros de diciembre al pie del árbol, preparar la cena de Nochebuena entre todas mientras sonaba alguna música sugerente –no hay como preparar los langostinos con un buen bolero de fondo-.

Las fotos de cada año muestran a una familia feliz de estar juntos, a un grupo de personas disfrutando de celebrar –cada uno con su creencia, pero todos a una- el
maravilloso regalo de estar rodeados de cariño y compartiendo todo lo bueno que la Vida nos ofrece.

Cuando el Alzheimer se llevó a mi madre todo eso cambió. Esas habían sido las Navidades de toda mi vida y de pronto no quedaba nada. El Alma Mater ya no estaba para recordarnos que había sacado el abeto del trastero y teníamos que decorarlo, o para preguntarnos que nos apetecía de cena o de regalo de navidad.

Aunque sus hijas disfrutamos con estas fiestas, nunca han vuelto a ser lo mismo. Hemos alterado las tradiciones familiares para suavizar el vacío que sentimos, hemos reinventado juegos y entretenimientos para el pequeño de la casa, hemos cambiado el marco de reunión para no notar tanto su falta…pero el hueco queda.

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