Los pacientes con Alzheimer tienes más problemas en la marcha que las personas sin deterioro cognitivo, lo cual los hace más propensos a las caídas, en concreto casi el doble, ya que la incidencia anual de caídas en personas con demencia es de hasta un 60-80%.
A los factores propios de la edad avanzada se le suman los efectos físicos de la enfermedad y la medicación, todo junto provocan una serie de cambios en el organismo tales como:
- Debilidad muscular e inestabilidad articular
- Enlentecimiento (disminución de la velocidad de procesamiento y aumento del tiempo de reacción).
- Disminución de la sensibilidad propioceptiva.
- Problemas de equilibrio.
- Disminución de la agudeza visual.
- Alteración de la atención.
¿Qué podemos hacer para prevenir las caídas?
Lo importante es ver en que podemos influir, que se puede mejorar en el paciente y su entorno para que se encuentre más seguro. Así, en el domicilio:
- Retirar los obstáculos que dificulten la circulación.
- Tener una cama baja.
- Comprobar las suelas de los zapatos para evitar resbalones.
- Tener una buena iluminación de las habitaciones durante el día. En el dormitorio, disponer de un “punto de luz” permanente por la noche.
- Si hay escaleras interiores, bloquear el principio y el final.
- Quitar o fijar al suelo las alfombras, felpudos, etc., sobre todo en el cuarto de baño. Usar pasamanos en bañera o ducha y en el WC. Utilizar antideslizante en la bañera o ducha, y en el dormitorio. Vigilar que el suelo esté siempre seco.
Mantener un buen estado físico es esencial, incentivar la deambulación, realizar ejercicios de propiocepción y equilibrio y ejercicio físico moderado diario nos ayudará no solo a evitar las caídas, sino que, en el caso de producirse, los efectos de la misma sean menores.
Marina Preciado Hortigón (Fisioterapeuta Centro de Día de Alzhéimer “Tierra de Barros”)