La Helioterapia es el uso de los rayos solares como remedio terapéutico para numerosas afecciones, la luz solar es un conjunto de radiaciones cuyas longitudes de onda visibles van, desde 400 a 700 nanómetros (millonésimas de milímetro), no debemos olvidar de que además de la luz visible, hay otras radiaciones solares que no son perceptibles como luz, pero cuyos efectos se dejan sentir en nuestra salud con igual o mayor intensidad. La radiación ultravioleta del tipo B (UVB) favorece la síntesis de vitamina D, la cual necesitamos para que el calcio y el fósforo se fijen en los huesos y para metabolizar los hidratos de carbono.
La helioterapia de montaña se ha utilizado para el tratamiento de las enfermedades pulmonares, sobre todo para el tratamiento de la tuberculosis; las enfermedades de la sangre, todos aquellos procesos que cursan con una disminución de las defensas del organismo, para mejorar el metabolismo, estimular el apetito, y hacer que el organismo sea más resistente, proporcionando más vitalidad y defensas. También es recomendable en la psoriasis, el eczema atópico o la dermatitis atópica, sequedad cutánea, descamación, pigmentación y prurito.
Enfermedades óseas, como la osteoporosis, el raquitismo y la osteomalacia se pueden tratar de forma preventiva y curativa con una exposición razonable a las radiaciones solares. Las lesiones ulcerosas, dificultades de cicatrización. Así como en trastornos del comportamiento psicológico, neurosis, depresión, ansiedad e incluso insomnio.
Las exposiciones deben ser progresivas y de corta duración, dejando expuesta una parte de la piel suficientemente extensa, como cara, escote y brazos. Deben realizarse sin aplicarse protección solar, con lo que evitaremos las horas de mayor calor.
Si le añadimos un poco de movimiento a esta terapia solar, tendremos un binomio perfecto para mejorar el estado de nuestros huesos.