Fue una obra magnífica, intimista, llena de magnetismo y de pasión por el baile y la copla, que nos bailó y contó la vida de Carmen Mora, una mujer que siempre conservó intacto en su corazón el sueño de ser Bailaora. Un anhelo que ni siquiera el alzhéimer pudo arrebatarle.
Desde aquí, solo nos queda dar la enhorabuena a todo el elenco de actores, y demás personas que han hecho posible este estreno, y sobre todo, dar las gracias a Carmen, por habernos dejado ser testigos de su sueño cumplido y a su hijo Paco Mora, que ha conseguido hacer real el deseo más preciado de su madre.
Gracias Paco, director, productor y creador de este maravilloso proyecto, por darle voz a los gritos silenciosos de los que, por desgracia, pasan sus días dentro de la oscuridad del silencio.
Gracias por demostrarle al mundo, que a pesar de todo lo que la enfermedad les ha robado, siguen conservando sus sonrisas, sus llantos a veces, sus momentos de alegría y sus miradas agradecidas cuando les regalamos lo que nunca olvidan, sus sueños.
Gracias de todo corazón, por regalarnos este hermoso rayo de luz que nos enseña el camino de la esperanza entre la niebla del olvido.