Desde aquí, nuestro más sincero agradecimiento a Don Rafael, Párroco de nuestra localidad, que como cada año nos abrió las puertas de la casa de Dios, brindándonos su ayuda y generosidad, y a todas aquellas personas que con nos acompañaron y que, con su asistencia y colaboración, contribuyeron a que el mal de alzhéimer sea cada vez más visible ante el mundo.
También queremos dar nuestras más sinceras gracias al Orfeón Parroquial de San Roque, que, como en años anteriores, nos acompañó con sus magníficas voces, demostrando que la música es la única fuerza capaz de vencer al olvido.