Un estudio de la Red de Investigación en Atención Primaria, dependiente del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, ha demostrado que las personas que realizan meditación (o 'mindfulness')son proclives a tener una mayor esperanza de vida, menor tendencia a padecer ciertas enfermedades o más agudeza visual.
Además de constatar que estas técnicas están entre las más efectivas para combatir el estrés, que incrementa la cantidad de cortisoles en sangre, -lo que favorece la aparición de cáncer-, así como enfermedades cardíacas o psicológicas, este equipo ha realizado varios estudios para demostrar científicamente algunas de las creencias sobre el 'mindfulness'.
Para ello, han escogido 20 personas con estilos de vida y características similares y que hayan practicado meditación en una media de 20 a 30 minutos diarios durante ocho años como mínimo.
Al compararlo con la población general, comprobaron que la longitud de los telómeros -una proteína situada en el ADN y relacionada con la esperanza de vida- es mayor entre los meditadores, por lo que estos son más proclives a disfrutar de una vida más larga, ha indicado en la rueda de prensa de presentación Javier García Campayo, investigador del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS) y responsable del trabajo.
Destaca entre los factores psicológicos que acentúan esta tendencia positiva lo que ha denominado la "aceptación", es decir, la capacidad de expresarse y de "no pelearse" con los problemas sin llegar a la resignación.
Otro de los ejes del estudio es la relación entre meditación y epigenética, que estudia los factores ambientales que influyen en la genética o en cierta predisposición a contraer ciertas patologías.
Con la misma muestra han hallado más de 60 genes con diferencias significativas entre meditadores y no meditadores y todos ellos están relacionados con la aparición de ciertas enfermedades.
En concreto, 12 de ellos afectan a enfermedades psiquiátricas o neurodegenerativas, como el párkinson o el alzheimer, nueve a autoinmunes, como las dolencias de tiroides o la diabetes, y ocho cancerígenas.
Por otro lado, otro estudio similar ha puesto el foco en la función y la calidad visual, así como el estado de la retina, del que ha dado cuenta la coordinadora de estudios en Oftalmología, Elena García Martín.
Para él han evaluado 36 ojos de 18 meditadores y otros 76 de 38 personas que no llevan a cabo estas prácticas, todos ellos procedentes de individuos sanos y con similares características.
Después de someterles a completas pruebas de agudeza visual, sensibilidad al contraste, capacidad para discriminar colores y analizar la estructura de la retina y del nervio óptico, comprobaron que, en general, los resultados eran iguales con una pequeña excepción no significativa en lo relativo a la cantidad de fibra óptica, ligeramente superior en los practicantes de "mindfulness".
Pero sí que encontraron diferencias en lo relativo a la función visual, especialmente a la hora de diferenciar y discriminar mejor los contrastes y los detalles, aunque ha reconocido que no pueden garantizar una clara relación causa-efecto o si estos resultados aparecen debido a la práctica de la meditación o estas personas llegan a estas técnicas precisamente por este diferencial positivo en materia de función visual.
"Además de que su esperanza de vida es mayor, parece que durante esos años van a ver mejor", ha añadido la doctora.
La oftalmóloga ha señalado asimismo que en su especialidad ya han comenzado a hacer propuestas de tratamientos que incluyan técnicas de meditación, sobre todo en enfermedades degenerativas, a lo que García Campayo ha agregado que también se llevan a cabo en enfermedades crónicas graves.
Para ello, ha subrayado, han encontrado receptividad por parte del Servicio Aragonés de Salud (Salud), ya que es una técnica "barata", así como aceptación por parte de los pacientes a introducirse en esta práctica, que les "empodera".
Sin embargo, ha lamentado que todavía España está a la zaga de países como Estados Unidos o el Reino Unido, que incluso ha elaborado en manifiesto y ha incluido el "mindfulness" en escuelas y hospitales, porque "hay dos tipos de cerebro: el que medita y el que no medita".
"Todo el mundo tenía la idea de que meditar ayudaba a vivir mejor, pero faltaba la evidencia científica", ha añadido la oftalmóloga García Martín, quien ha adelantado también que se plantean de cara al futuro ampliar el estudio para analizar las características binoculares, en lugar de evaluando cada ojo por separado.
Sobre la aplicación de estas evidencias a otros campos de la medicina, su compañero ha señalado que hay algunos datos ya en lo relativo al dolor, por su carácter cognitivo y emocional además de sensorial.
Estos estudios y otros aspectos relacionados con la meditación serán debatidos en el Congreso Internacional de Mindfulness, que reunirá el próximo 8 de junio en Zaragoza a más de 600 profesionales de todo el mundo.
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