Martes, 05 Abril 2016 12:51

REGALAR EL CEREBRO PARA ACABAR CON EL ALZHEIMER

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Cerebro

Nuestro país es el tercero del mundo con más casos de demencia entre la población mayor de 60 años, según el último informe “Health at Glance” de la OCDE. Solamente somos superados por Francia e Italia. Es evidente que las demencias, enfermedades neurodegenerativas asociadas a la población mayor, son una lacra de salud que se hace cada vez más grande pro el envejecimiento de la población.

Ante este panorama, para poder hacer frente a una futura pandemia de este tipo de enfermedades, los investigadores y científicos necesitan un material para trabajar. Es por eso que cada año es mayor el número de gente que se apunta a la lista de donantes de cerebro de la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas (CIEN).

Con el lema “Regalar” el cerebro para acabar con el alzhéimer, la fundación CIEN ha puesto en marcha una campaña de concienciación que pretende conseguir un aumento de donantes que permita así disponer de material de investigación para luchar contra este tipo de enfermedades.

España es el tercer país del mundo con más casos de demencia entre la población mayor de 60 años, según el informe «Health at Glance» de la OCDE. Sólo nos superan Francia e Italia, lo que demuestra que las enfermedades neurológicas poco a poco se van a convertir en las enfermedades más comunes entre los ancianos y va a afectar especialmente a los países donde la esperanza de vida cada vez es más alta, como es el caso de nuestro país, donde ya supera los 82 años de media. Así, el alzhéimer y el párkinson, males para los que aún no se ha hallado cura, van a ser cada vez más habituales. Para atajar una futura pandemia de enfermedades neurodegenerativas los investigadores necesitan una base para trabajar. Es por eso que aumenta, cada año, el número de personas que se apuntan a la lista de donantes de cerebro de la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas (CIEN).

 

«Es cierto que el tipo de donaciones que necesitamos nosotros son algo peculiares, se realizan postmortem, por eso es necesario que el fallecido se haya hecho donante previamente», explica el doctor Alberto Rábano, director del Banco de Tejidos de la Fundación. Y deja claro la importancia de estas donaciones que, gracias a las diferentes campañas que han realizado a lo largo de la última década, ya superan las 120 al año: «Gracias a los cerebros que nos han llegado hemos podido realizar una gran producción científica y corroborar, en muchos casos, lo que los modelos en animales nos indicaban. Los avances en la lucha contra las enfermedades neurológicas no serían posibles sin estas aportaciones altruistas». Pero, a pesar de la buena acogida que tienen entre las asociaciones de pacientes que sufren demencias, lo que es bastante difícil es que les lleguen cerebros «normales o de control», como los llaman los investigadores. «Este tipo de tejido sólo representa el 5 por ciento del total», afirma Rábano. Es cierto que para analizar la evolución de enfermedades como el alzhéimer es necesario muestras de personas que lo hayan padecido, pero «también es importante conocer en qué varía del normal, compararlo para avanzar en la investigación». Es por ello que reconocen que les hacen falta muestras de personas de entre 50, 60 y 65 años que es el momento en el que este tipo de enfermedades empiezan a aparecer. «Nos llegan sanos de mayores de 70, aunque siguen siendo pocos, alrededor de uno de cada cuatro». Eso sí, en esto de la donación cerebral también hay diferencia entre sexos. «Nos llegan muchos más casos de mujeres, sobre todo con alzhéimer porque son las que más lo padecen», añade el experto.

 

Para ser donante sólo hay que rellenar un formulario y ser mayor de edad o, en el caso de las personas con alguna demencia, que el tutor dé su consentimiento. «No ponemos ninguna limitación», insiste el experto. Pero ya se está dando un paso más porque, como asegura Rábano, «en Murcia ya se ha creado un banco de donación pediátrica». El único problema que puede surgir es que la persona que quiere dar su cerebro a la ciencia también sea donante de órganos. Y en estos casos, «el trasplante siempre tiene prioridad y como el operativo es bastante complejo, a veces es muy difícil coordinar a los profesionales para que puedan hacerlo todo», aunque ya existen casos de éxito, como uno que se ha desarrollado recientemente en Córdoba.

 

Entre las principales patologías que se estudian en los cerebros donados, la principal, sin duda, es el alzhéimer, seguida del párkinson y de la esclerosis múltiple, aunque, «gracias a la implicación de las asociaciones de pacientes, estamos recibiendo grandes donaciones de enfermos de ELA y de Huntington, pero se necesitan más».

 

Los estudios que se han realizado con los tejidos cerebrales donados han conseguido detectar problemas relacionados con la neurodegeneración y que ayudarán en el desarrollo de nuevos fármacos. Rábano pone algunos ejemplos: «En varios estudios ya se ha comprobado que en personas con alzhéimer también aparecen hongos en el cerebro, por lo que es muy probable que éstos jueguen un papel importante en el desarrollo de la enfermedad». Y añade otro: cruzando datos también han comprobado que las personas que padecen esta enfermedad de pérdida de memoria «tiene células inflamadas, o que denominamos neuroinflamación». Una relación que, hasta ahora sólo habían percibido en los modelos animales. Y más allá de estas comprobaciones, gracias al estudio del cerebro humano «también se ha podido avanzar en genética y detectar genes nuevos que pueden estar relacionados con estas enfermedades» que causa la edad.

 

Pero la intención en la investigación de cerebros humanos no sólo es dar con los fármacos que, en un corto plazo, puedan curar estas dolencias, sino también aprender a evitarlas. «En los tejidos postmortem queda reflejado como afectan, para bien o para mal, el estilo de vida de la persona. Gracias a ellos hemos sido capaces de determinar los efectos protectores que tienen determinadas dietas frente al alzhéimer», añade Rábano. Son las nueces, el pollo, la verdura o una ensalada aliñada con aceite de oliva alimentos que protegen a nuestro cerebro de envejecer.

 

«Ojalá que con mi cerebro SE acabara con estas enfermedades»

 

Marta Pérez Campos. 22 años. Es donante desde los 16

 

Marta estudia Bellas Artes y, siempre donaba sangre, «pero lo de donar órganos me daba algo de reparo». Sin embargo, cuando tenía 16 no dudó en pedir a la Fundación CIEN que le enviaran la solicitud para donar su cerebro a la ciencia. «En mi familia se han dado cinco casos de personas con problemas neurológicos», así que, tras la muerte de su abuelo por esclerosis lateral primaria, una enfermedad con muy poca prevalencia; ella no lo dudó y llamó para apuntarse. «Todo fue muy sencillo. Me enviaron la solicitud a casa, donde mis padres también tenían que dar su consentimiento. Devolví todo firmado y listo». Ella no da especial relevancia a su acto de altruismo. Es quizá, por eso, por lo que sus amigos no lo saben. «La verdad es que nunca ha surgido el tema, no es algo de lo que suelas hablar con tus amigas», comenta. Ella, al igual que les puede pasar a muchos españoles, no sabía que se podía donar, aunque «ahora está más normalizado». Sabe que aún le queda mucho para que su cerebro sirva de algo a la ciencia, pero ya sueña con que suponga un granito de arena: «Ojalá que con mi cerebro se acabara con el párkinson y el alzhéimer».

 

Homenaje a la labor del donante

 

La Fundación CIEN realiza hoy, en colaboración con la Fundación Reina Sofía, un encuentro de donantes y asociaciones donde se les entregará un carné a los donantes de Tejido Cerebral como reconocimiento a su importante papel en la investigación y la ciencia. «BT-CIEN» es el biobanco de tejido cerebral y otras muestras de interés neurológico de la fundación, que se basa en la incorporación de pacientes con enfermedades neurológicas y de sujetos sanos a través de un programa de donación de tejido. Todo ello con el fin de poder avanzar en la lucha contra las enfermedades neurológicas desde tres ángulos: la investigación, la formación y el servicio asistencial a los enfermos.



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