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Probablemente hemos oído muchas veces algo como que “era mayor y, claro, tenía demencia senil”, justificando por la edad de una persona una pérdida de capacidades que llega a afectar al razonamiento. Es cierto que el envejecimiento tiene un cierto impacto en algunas capacidades cognitivas, pudiendo resultar más difícil recuperar alguna información de la memoria, necesitando más tiempo para hacer algunas cosas o mostrando menor flexibilidad, haciéndose más difícil adaptarse a según qué cambios. No obstante, el envejecimiento no es causa de demencia.
Hay muchas personas que llegan a edades muy avanzadas con sus capacidades cognitivas casi intactas. La demencia senil, como tal, no existe. Es un término que se solía emplear con frecuencia cuando no se tenía tanto conocimiento acerca de la diferencia entre Alzheimer y demencia, pero sobretodo, de los distintos tipos de demencia y sus causas, añadido a que la mayoría de demencias aparecen en edades avanzadas.
Sabiendo hoy en día que la enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia, es muy probable que muchos de los casos que se atribuyeron erróneamente a “demencia senil” fueran, en realidad, casos de enfermedad de Alzheimer o de demencia debida a otra causa. No obstante, cuando una persona presenta demencia, sea a la edad que sea, es porque algo la está causando, pero no es una consecuencia normal del envejecimiento.
Es muy importante prestar atención a la aparición de señales de alerta que puedan sugerir una demencia o cualquier forma de deterioro cognitivo y solicitar atención médica para que se pueda determinar su origen, su alcance y proporcionar el tratamiento más adecuado.
Fuente: Pascual Maragall. (Publicado originalmente el 17 de diciembre de 2020, actualizado el 30 de septiembre de 2024.)