Y es que la base de una correcta y eficaz estimulación cognitiva consiste en adaptarla al grado de deterioro del enfermo con el que se trabaja. Si la adaptación no es correcta, tampoco lo será la estimulación ya que los niveles de eficacia de la misma se ven mermados por no estar adaptados a la disfuncionalidad de los pacientes y a las capacidades residuales conservadas.
Así pues, no debemos olvidar nunca este hecho, para que el trabajo sea lo más efectivo y útil posible.