Miércoles, 27 Mayo 2015 07:34

EL RIESGO CARDIOVASCULAR Y SU RELACIÓN CON LAS DEMENCIAS NEURODEGENERATIVAS

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Como ya informamos ayer, durante toda esta semana dedicada a la salud coronaria y cardiovascular vamos a ir haciendo referencia en nuestra web a artículos o noticias que tengan relación con la misma como una forma de concienciar sobre ella.

Por eso en este caso hemos creído importantísimo compartir con vosotros este interesante artículo que de una forma sencilla y entendible establece la relación directa que existe entre las demencias degenerativas y los factores de riesgo cardiovascular.

Es importante concienciar a la población sobre estos factores, primero porque con unos sencillos hábitos saludables pueden controlarse y prevenirse y segundo, porque si no se regulan correctamente elevan el riesgo de padecer una demencia neuro degerativa.

Leedlo, merece la pena.

 

Aunque la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la muerte y disfunción de las neuronas, los investigadores y médicos han sospechado desde hace mucho tiempo una conexión entre la enfermedad de Alzheimer y la salud cardiovascular. Ahora, nuevos hallazgos empiezan a apoyar esta conexión, poniéndola bajo un enfoque más claro y científico.

No es ningún misterio que un buen flujo sanguíneo es esencial para el bienestar y la función cerebral. De hecho, la demencia vascular o el deterioro cognitivo ocasionados cuando no llega suficiente sangre al cerebro, es el segundo tipo principal de demencia después de la demencia ocasionada por la enfermedad de Alzheimer. Los dos tipos de demencia a menudo se confunden, e incluso existen errores de diagnóstico entre ellos. Para complicar las cosas aún más, la mayoría de las personas tienen una demencia mixta, con evidencia de patología de Alzheimer, daño vascular en el cerebro y patología asociada con Alzheimer y demencia de Lewy Body detectada durante la autopsia. Sin embargo, de las dos, la demencia vascular definitivamente es ocasionada por distintos problemas de suministro sanguíneo.

Hasta el momento, no existe evidencia que compruebe que los problemas cardiovasculares ocasionan la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, una evidencia cada vez mayor indica que juegan un rol en la enfermedad.

Una fuerte asociación
Varios estudios recientes destacan la relación entre la enfermedad de Alzheimer y distintos factores de riesgo cardiovascular. Un estudio observacional analizó a más de 800 personas que ya mostraban deterioro cognitivo leve, pero que no necesariamente estaban en la etapa temprana de la enfermedad de Alzheimer. Se encontró que las personas con factores de riesgo vascular, tales como altos niveles de colesterol, hipertensión, enfermedades cerebrovasculares y diabetes, tenían el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que las personas que no tenían dichos factores. Este estudio también detectó una menor incidencia de la enfermedad de Alzheimer entre las personas que recibían tratamiento para estos factores de riesgo en comparación con aquellas que no recibían ningún tratamiento.

Otro estudio analizó una muestra de 37,000 personas de un sistema hospitalario. Determinó que los pacientes con fibrilación auricular, un tipo común de latido cardiaco irregular, tenían 44% más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que los que no tenían este padecimiento. Un estudio de seguimiento encontró que el tratamiento más común para la fibrilación auricular, la ablación con catéter, reducía el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.

El alto nivel de colesterol se correlacionó con un aumento en el riesgo de la enfermedad de Alzheimer en otro estudio que utilizó una muestra de casi 10,000 pacientes con mediciones de colesterol entre los 40 y 45 años de edad. Las personas de edad mediana que tuvieron altos niveles de colesterol (249 – 500 mg/dL) tuvieron una vez y media más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer más adelante en la vida que las personas con niveles normales.

Una posible sinergia
¿Por qué pudiera existir esta relación? Una posibilidad es que los problemas cardiovasculares aumentan las tensiones sobre los procesos neuronales, quizás provocando que pierdan su balance. Estudios recientes con modelos animales indican que las tensiones vasculares sobre el cerebro promueven la producción y reducen la eliminación del exceso de beta amiloide, la marca característica de la enfermedad de Alzheimer. A su vez, el exceso de beta amiloide agrava aún más los problemas en el suministro sanguíneo del cerebro, afectando los vasos sanguíneos y aumentando las lesiones. Esto sugiere que el exceso de amiloide y los problemas vasculares pudieran trabajar en conjunto, junto con los procesos como estrés oxidativo, para magnificar los efectos destructores tanto antes como durante el inicio de la enfermedad de Alzheimer.

Un hallazgo sorprendente
En un reciente e innovador hallazgo, científicos que examinaban la insuficiencia cardiaca en un modelo animal descubrieron placas similares a amiloide en células debilitadas del músculo cardiaco. Debido a que estas placas eran muy parecidas a las observadas en los pacientes con enfermedad de Alzheimer, este hallazgo sugiere que la bioquímica de la insuficiencia cardiaca y de la enfermedad de Alzheimer pudieran tener más en común de lo que se creía anteriormente. Aunque el hallazgo es altamente preliminar, especialmente en su relación con la enfermedad de Alzheimer, representa una gran promesa para nuestra comprensión tanto de la enfermedad de Alzheimer como de la insuficiencia cardíaca.

Probando posibles tratamientos, dando pasos positivos
Los vínculos significativos entre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer han dirigido a los investigadores a analizar algunos tratamientos de orientación cardiovascular como posibles terapias para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, nuestra comprensión de la interacción que pudiera ocurrir entre ellas y la enfermedad sigue siendo incompleta. Los intentos por tratar la enfermedad de Alzheimer utilizando medicamentos contra el colesterol resaltaron esta brecha de conocimiento. Muchas personas habían pensado que estos fármacos, conocidos como estatinas, harían más lenta la enfermedad de Alzheimer. Pero las estatinas no tuvieron efecto alguno sobre la enfermedad en ensayos clínicos controlados.

A pesar de esta terrible decepción, los investigadores de la enfermedad de Alzheimer continúan estudiando sustancias con beneficios cardiovasculares. Un estudio que actualmente se lleva a cabo examina el resveratrol, una sustancia clave cardioprotectora contenida en algunos tipos de vino tinto. Los omega 3, los ácidos grasos prevalentes en la dieta mediterránea, son otra sustancia de este tipo que se está investigando para determinar sus posibles beneficios en la enfermedad de Alzheimer.

¿Cómo debe responder una persona a estos hallazgos sobre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer? Hasta el momento, es difícil señalar en específico algún factor, sustancia o comportamiento cardiovascular como una bala mágica para la prevención y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer debido a que aún no entendemos suficiente acerca de lo que causa la enfermedad. Al mismo tiempo, la evidencia sugiere que mantener comportamientos generales que promuevan la salud del corazón, incluyendo llevar una buena alimentación, hacer ejercicio, no fumar, realizarse revisiones regulares, tratar los problemas existentes y controlar el colesterol, se correlaciona con un riesgo significativamente menor de enfermedad de Alzheimer y, en algunos estudios, incluso una progresión más lenta de la enfermedad

 

unque la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la muerte y disfunción de las neuronas, los investigadores y médicos han sospechado desde hace mucho tiempo una conexión entre la enfermedad de Alzheimer y la salud cardiovascular. Ahora, nuevos hallazgos empiezan a apoyar esta conexión, poniéndola bajo un enfoque más claro y científico.

No es ningún misterio que un buen flujo sanguíneo es esencial para el bienestar y la función cerebral. De hecho, la demencia vascular o el deterioro cognitivo ocasionados cuando no llega suficiente sangre al cerebro, es el segundo tipo principal de demencia después de la demencia ocasionada por la enfermedad de Alzheimer. Los dos tipos de demencia a menudo se confunden, e incluso existen errores de diagnóstico entre ellos. Para complicar las cosas aún más, la mayoría de las personas tienen una demencia mixta, con evidencia de patología de Alzheimer, daño vascular en el cerebro y patología asociada con Alzheimer y demencia de Lewy Body detectada durante la autopsia. Sin embargo, de las dos, la demencia vascular definitivamente es ocasionada por distintos problemas de suministro sanguíneo.

Hasta el momento, no existe evidencia que compruebe que los problemas cardiovasculares ocasionan la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, una evidencia cada vez mayor indica que juegan un rol en la enfermedad.

Una fuerte asociación
Varios estudios recientes destacan la relación entre la enfermedad de Alzheimer y distintos factores de riesgo cardiovascular. Un estudio observacional analizó a más de 800 personas que ya mostraban deterioro cognitivo leve, pero que no necesariamente estaban en la etapa temprana de la enfermedad de Alzheimer. Se encontró que las personas con factores de riesgo vascular, tales como altos niveles de colesterol, hipertensión, enfermedades cerebrovasculares y diabetes, tenían el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que las personas que no tenían dichos factores. Este estudio también detectó una menor incidencia de la enfermedad de Alzheimer entre las personas que recibían tratamiento para estos factores de riesgo en comparación con aquellas que no recibían ningún tratamiento.

Otro estudio analizó una muestra de 37,000 personas de un sistema hospitalario. Determinó que los pacientes con fibrilación auricular, un tipo común de latido cardiaco irregular, tenían 44% más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que los que no tenían este padecimiento. Un estudio de seguimiento encontró que el tratamiento más común para la fibrilación auricular, la ablación con catéter, reducía el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.

El alto nivel de colesterol se correlacionó con un aumento en el riesgo de la enfermedad de Alzheimer en otro estudio que utilizó una muestra de casi 10,000 pacientes con mediciones de colesterol entre los 40 y 45 años de edad. Las personas de edad mediana que tuvieron altos niveles de colesterol (249 – 500 mg/dL) tuvieron una vez y media más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer más adelante en la vida que las personas con niveles normales.

Una posible sinergia
¿Por qué pudiera existir esta relación? Una posibilidad es que los problemas cardiovasculares aumentan las tensiones sobre los procesos neuronales, quizás provocando que pierdan su balance. Estudios recientes con modelos animales indican que las tensiones vasculares sobre el cerebro promueven la producción y reducen la eliminación del exceso de beta amiloide, la marca característica de la enfermedad de Alzheimer. A su vez, el exceso de beta amiloide agrava aún más los problemas en el suministro sanguíneo del cerebro, afectando los vasos sanguíneos y aumentando las lesiones. Esto sugiere que el exceso de amiloide y los problemas vasculares pudieran trabajar en conjunto, junto con los procesos como estrés oxidativo, para magnificar los efectos destructores tanto antes como durante el inicio de la enfermedad de Alzheimer.

Un hallazgo sorprendente
En un reciente e innovador hallazgo, científicos que examinaban la insuficiencia cardiaca en un modelo animal descubrieron placas similares a amiloide en células debilitadas del músculo cardiaco. Debido a que estas placas eran muy parecidas a las observadas en los pacientes con enfermedad de Alzheimer, este hallazgo sugiere que la bioquímica de la insuficiencia cardiaca y de la enfermedad de Alzheimer pudieran tener más en común de lo que se creía anteriormente. Aunque el hallazgo es altamente preliminar, especialmente en su relación con la enfermedad de Alzheimer, representa una gran promesa para nuestra comprensión tanto de la enfermedad de Alzheimer como de la insuficiencia cardíaca.

Probando posibles tratamientos, dando pasos positivos
Los vínculos significativos entre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer han dirigido a los investigadores a analizar algunos tratamientos de orientación cardiovascular como posibles terapias para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, nuestra comprensión de la interacción que pudiera ocurrir entre ellas y la enfermedad sigue siendo incompleta. Los intentos por tratar la enfermedad de Alzheimer utilizando medicamentos contra el colesterol resaltaron esta brecha de conocimiento. Muchas personas habían pensado que estos fármacos, conocidos como estatinas, harían más lenta la enfermedad de Alzheimer. Pero las estatinas no tuvieron efecto alguno sobre la enfermedad en ensayos clínicos controlados.

A pesar de esta terrible decepción, los investigadores de la enfermedad de Alzheimer continúan estudiando sustancias con beneficios cardiovasculares. Un estudio que actualmente se lleva a cabo examina el resveratrol, una sustancia clave cardioprotectora contenida en algunos tipos de vino tinto. Los omega 3, los ácidos grasos prevalentes en la dieta mediterránea, son otra sustancia de este tipo que se está investigando para determinar sus posibles beneficios en la enfermedad de Alzheimer.

¿Cómo debe responder una persona a estos hallazgos sobre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer? Hasta el momento, es difícil señalar en específico algún factor, sustancia o comportamiento cardiovascular como una bala mágica para la prevención y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer debido a que aún no entendemos suficiente acerca de lo que causa la enfermedad. Al mismo tiempo, la evidencia sugiere que mantener comportamientos generales que promuevan la salud del corazón, incluyendo llevar una buena alimentación, hacer ejercicio, no fumar, realizarse revisiones regulares, tratar los problemas existentes y controlar el colesterol, se correlaciona con un riesgo significativamente menor de enfermedad de Alzheimer y, en algunos estudios, incluso una progresión más lenta de la enfermedad.


Jamie Bennett es una autora independiente y estudiante de la Writing Division, Columbia University School of the Arts.

 

unque la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la muerte y disfunción de las neuronas, los investigadores y médicos han sospechado desde hace mucho tiempo una conexión entre la enfermedad de Alzheimer y la salud cardiovascular. Ahora, nuevos hallazgos empiezan a apoyar esta conexión, poniéndola bajo un enfoque más claro y científico.

No es ningún misterio que un buen flujo sanguíneo es esencial para el bienestar y la función cerebral. De hecho, la demencia vascular o el deterioro cognitivo ocasionados cuando no llega suficiente sangre al cerebro, es el segundo tipo principal de demencia después de la demencia ocasionada por la enfermedad de Alzheimer. Los dos tipos de demencia a menudo se confunden, e incluso existen errores de diagnóstico entre ellos. Para complicar las cosas aún más, la mayoría de las personas tienen una demencia mixta, con evidencia de patología de Alzheimer, daño vascular en el cerebro y patología asociada con Alzheimer y demencia de Lewy Body detectada durante la autopsia. Sin embargo, de las dos, la demencia vascular definitivamente es ocasionada por distintos problemas de suministro sanguíneo.

Hasta el momento, no existe evidencia que compruebe que los problemas cardiovasculares ocasionan la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, una evidencia cada vez mayor indica que juegan un rol en la enfermedad.

Una fuerte asociación
Varios estudios recientes destacan la relación entre la enfermedad de Alzheimer y distintos factores de riesgo cardiovascular. Un estudio observacional analizó a más de 800 personas que ya mostraban deterioro cognitivo leve, pero que no necesariamente estaban en la etapa temprana de la enfermedad de Alzheimer. Se encontró que las personas con factores de riesgo vascular, tales como altos niveles de colesterol, hipertensión, enfermedades cerebrovasculares y diabetes, tenían el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que las personas que no tenían dichos factores. Este estudio también detectó una menor incidencia de la enfermedad de Alzheimer entre las personas que recibían tratamiento para estos factores de riesgo en comparación con aquellas que no recibían ningún tratamiento.

Otro estudio analizó una muestra de 37,000 personas de un sistema hospitalario. Determinó que los pacientes con fibrilación auricular, un tipo común de latido cardiaco irregular, tenían 44% más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que los que no tenían este padecimiento. Un estudio de seguimiento encontró que el tratamiento más común para la fibrilación auricular, la ablación con catéter, reducía el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.

El alto nivel de colesterol se correlacionó con un aumento en el riesgo de la enfermedad de Alzheimer en otro estudio que utilizó una muestra de casi 10,000 pacientes con mediciones de colesterol entre los 40 y 45 años de edad. Las personas de edad mediana que tuvieron altos niveles de colesterol (249 – 500 mg/dL) tuvieron una vez y media más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer más adelante en la vida que las personas con niveles normales.

Una posible sinergia
¿Por qué pudiera existir esta relación? Una posibilidad es que los problemas cardiovasculares aumentan las tensiones sobre los procesos neuronales, quizás provocando que pierdan su balance. Estudios recientes con modelos animales indican que las tensiones vasculares sobre el cerebro promueven la producción y reducen la eliminación del exceso de beta amiloide, la marca característica de la enfermedad de Alzheimer. A su vez, el exceso de beta amiloide agrava aún más los problemas en el suministro sanguíneo del cerebro, afectando los vasos sanguíneos y aumentando las lesiones. Esto sugiere que el exceso de amiloide y los problemas vasculares pudieran trabajar en conjunto, junto con los procesos como estrés oxidativo, para magnificar los efectos destructores tanto antes como durante el inicio de la enfermedad de Alzheimer.

Un hallazgo sorprendente
En un reciente e innovador hallazgo, científicos que examinaban la insuficiencia cardiaca en un modelo animal descubrieron placas similares a amiloide en células debilitadas del músculo cardiaco. Debido a que estas placas eran muy parecidas a las observadas en los pacientes con enfermedad de Alzheimer, este hallazgo sugiere que la bioquímica de la insuficiencia cardiaca y de la enfermedad de Alzheimer pudieran tener más en común de lo que se creía anteriormente. Aunque el hallazgo es altamente preliminar, especialmente en su relación con la enfermedad de Alzheimer, representa una gran promesa para nuestra comprensión tanto de la enfermedad de Alzheimer como de la insuficiencia cardíaca.

Probando posibles tratamientos, dando pasos positivos
Los vínculos significativos entre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer han dirigido a los investigadores a analizar algunos tratamientos de orientación cardiovascular como posibles terapias para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, nuestra comprensión de la interacción que pudiera ocurrir entre ellas y la enfermedad sigue siendo incompleta. Los intentos por tratar la enfermedad de Alzheimer utilizando medicamentos contra el colesterol resaltaron esta brecha de conocimiento. Muchas personas habían pensado que estos fármacos, conocidos como estatinas, harían más lenta la enfermedad de Alzheimer. Pero las estatinas no tuvieron efecto alguno sobre la enfermedad en ensayos clínicos controlados.

A pesar de esta terrible decepción, los investigadores de la enfermedad de Alzheimer continúan estudiando sustancias con beneficios cardiovasculares. Un estudio que actualmente se lleva a cabo examina el resveratrol, una sustancia clave cardioprotectora contenida en algunos tipos de vino tinto. Los omega 3, los ácidos grasos prevalentes en la dieta mediterránea, son otra sustancia de este tipo que se está investigando para determinar sus posibles beneficios en la enfermedad de Alzheimer.

¿Cómo debe responder una persona a estos hallazgos sobre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer? Hasta el momento, es difícil señalar en específico algún factor, sustancia o comportamiento cardiovascular como una bala mágica para la prevención y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer debido a que aún no entendemos suficiente acerca de lo que causa la enfermedad. Al mismo tiempo, la evidencia sugiere que mantener comportamientos generales que promuevan la salud del corazón, incluyendo llevar una buena alimentación, hacer ejercicio, no fumar, realizarse revisiones regulares, tratar los problemas existentes y controlar el colesterol, se correlaciona con un riesgo significativamente menor de enfermedad de Alzheimer y, en algunos estudios, incluso una progresión más lenta de la enfermedad.


Jamie Bennett es una autora independiente y estudiante de la Writing Division, Columbia University School of the Arts.

 

unque la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la muerte y disfunción de las neuronas, los investigadores y médicos han sospechado desde hace mucho tiempo una conexión entre la enfermedad de Alzheimer y la salud cardiovascular. Ahora, nuevos hallazgos empiezan a apoyar esta conexión, poniéndola bajo un enfoque más claro y científico.

No es ningún misterio que un buen flujo sanguíneo es esencial para el bienestar y la función cerebral. De hecho, la demencia vascular o el deterioro cognitivo ocasionados cuando no llega suficiente sangre al cerebro, es el segundo tipo principal de demencia después de la demencia ocasionada por la enfermedad de Alzheimer. Los dos tipos de demencia a menudo se confunden, e incluso existen errores de diagnóstico entre ellos. Para complicar las cosas aún más, la mayoría de las personas tienen una demencia mixta, con evidencia de patología de Alzheimer, daño vascular en el cerebro y patología asociada con Alzheimer y demencia de Lewy Body detectada durante la autopsia. Sin embargo, de las dos, la demencia vascular definitivamente es ocasionada por distintos problemas de suministro sanguíneo.

Hasta el momento, no existe evidencia que compruebe que los problemas cardiovasculares ocasionan la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, una evidencia cada vez mayor indica que juegan un rol en la enfermedad.

Una fuerte asociación
Varios estudios recientes destacan la relación entre la enfermedad de Alzheimer y distintos factores de riesgo cardiovascular. Un estudio observacional analizó a más de 800 personas que ya mostraban deterioro cognitivo leve, pero que no necesariamente estaban en la etapa temprana de la enfermedad de Alzheimer. Se encontró que las personas con factores de riesgo vascular, tales como altos niveles de colesterol, hipertensión, enfermedades cerebrovasculares y diabetes, tenían el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que las personas que no tenían dichos factores. Este estudio también detectó una menor incidencia de la enfermedad de Alzheimer entre las personas que recibían tratamiento para estos factores de riesgo en comparación con aquellas que no recibían ningún tratamiento.

Otro estudio analizó una muestra de 37,000 personas de un sistema hospitalario. Determinó que los pacientes con fibrilación auricular, un tipo común de latido cardiaco irregular, tenían 44% más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que los que no tenían este padecimiento. Un estudio de seguimiento encontró que el tratamiento más común para la fibrilación auricular, la ablación con catéter, reducía el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.

El alto nivel de colesterol se correlacionó con un aumento en el riesgo de la enfermedad de Alzheimer en otro estudio que utilizó una muestra de casi 10,000 pacientes con mediciones de colesterol entre los 40 y 45 años de edad. Las personas de edad mediana que tuvieron altos niveles de colesterol (249 – 500 mg/dL) tuvieron una vez y media más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer más adelante en la vida que las personas con niveles normales.

Una posible sinergia
¿Por qué pudiera existir esta relación? Una posibilidad es que los problemas cardiovasculares aumentan las tensiones sobre los procesos neuronales, quizás provocando que pierdan su balance. Estudios recientes con modelos animales indican que las tensiones vasculares sobre el cerebro promueven la producción y reducen la eliminación del exceso de beta amiloide, la marca característica de la enfermedad de Alzheimer. A su vez, el exceso de beta amiloide agrava aún más los problemas en el suministro sanguíneo del cerebro, afectando los vasos sanguíneos y aumentando las lesiones. Esto sugiere que el exceso de amiloide y los problemas vasculares pudieran trabajar en conjunto, junto con los procesos como estrés oxidativo, para magnificar los efectos destructores tanto antes como durante el inicio de la enfermedad de Alzheimer.

Un hallazgo sorprendente
En un reciente e innovador hallazgo, científicos que examinaban la insuficiencia cardiaca en un modelo animal descubrieron placas similares a amiloide en células debilitadas del músculo cardiaco. Debido a que estas placas eran muy parecidas a las observadas en los pacientes con enfermedad de Alzheimer, este hallazgo sugiere que la bioquímica de la insuficiencia cardiaca y de la enfermedad de Alzheimer pudieran tener más en común de lo que se creía anteriormente. Aunque el hallazgo es altamente preliminar, especialmente en su relación con la enfermedad de Alzheimer, representa una gran promesa para nuestra comprensión tanto de la enfermedad de Alzheimer como de la insuficiencia cardíaca.

Probando posibles tratamientos, dando pasos positivos
Los vínculos significativos entre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer han dirigido a los investigadores a analizar algunos tratamientos de orientación cardiovascular como posibles terapias para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, nuestra comprensión de la interacción que pudiera ocurrir entre ellas y la enfermedad sigue siendo incompleta. Los intentos por tratar la enfermedad de Alzheimer utilizando medicamentos contra el colesterol resaltaron esta brecha de conocimiento. Muchas personas habían pensado que estos fármacos, conocidos como estatinas, harían más lenta la enfermedad de Alzheimer. Pero las estatinas no tuvieron efecto alguno sobre la enfermedad en ensayos clínicos controlados.

A pesar de esta terrible decepción, los investigadores de la enfermedad de Alzheimer continúan estudiando sustancias con beneficios cardiovasculares. Un estudio que actualmente se lleva a cabo examina el resveratrol, una sustancia clave cardioprotectora contenida en algunos tipos de vino tinto. Los omega 3, los ácidos grasos prevalentes en la dieta mediterránea, son otra sustancia de este tipo que se está investigando para determinar sus posibles beneficios en la enfermedad de Alzheimer.

¿Cómo debe responder una persona a estos hallazgos sobre la salud cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer? Hasta el momento, es difícil señalar en específico algún factor, sustancia o comportamiento cardiovascular como una bala mágica para la prevención y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer debido a que aún no entendemos suficiente acerca de lo que causa la enfermedad. Al mismo tiempo, la evidencia sugiere que mantener comportamientos generales que promuevan la salud del corazón, incluyendo llevar una buena alimentación, hacer ejercicio, no fumar, realizarse revisiones regulares, tratar los problemas existentes y controlar el colesterol, se correlaciona con un riesgo significativamente menor de enfermedad de Alzheimer y, en algunos estudios, incluso una progresión más lenta de la enfermedad

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