Miércoles, 25 Octubre 2023 13:01

LA CORRESPONSABILIDAD EN EL CUIDADO

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CUIDADO

Me gustaría que reflexionáramos un momento acerca de esta lectura:

Un hombre vulnerable y anciano fue a vivir con su hijo, nuera y nieto de 4 años.  Las manos del anciano temblaban, su vista estaba borrosa, y sus pasos débiles.  La familia comía junta en la mesa, pero el abuelito anciano tenía problemas comiendo pues sus manos temblaban mucho y su vista le fallaba.  La sopa se le caía al suelo, cuando cogía el vaso, la leche se caía en el mantel.  El hijo y la nuera se enfadaban mucho cuando pasaba eso. Decían: “Tenemos que hacer algo con el abuelo, ya estamos cansados de las manchas de leche y de lo que se forma mientras comemos."

Así que el esposo puso una mesa pequeña en la esquina. Allí se sentó el abuelo sólo y su comida era servida en una taza de madera.  Cuando la familia lo miraba, algunas veces veían una lágrima en sus ojos mientras comía solo.  Aun así, la pareja solo le obsequiaba con duras reprimendas cuando se le caía el tenedor.  El niño de 4 años observaba en silencio.

Una noche después de la cena, el papá vio a su hijo jugando con pedazos de madera en el suelo.  Le preguntó a su hijo dulcemente, "¿Qué estás haciendo?". Con la misma dulzura contesto el niño: "Estoy haciendo una taza de madera para ti y otra para mamá para que comáis con ellas cuando yo crezca."  El niño sonrió y continuó trabajando.  Las palabras dejaron a los padres sumidos en un profundo silencio.  Ninguno dijo nada, pero las lágrimas rodaron por sus mejillas y los dos supieron enseguida lo que tenían que hacer.

Esa noche el esposo tomó gentilmente la mano de su padre y lo llevó a la mesa familiar. El resto de sus días, el abuelo comió siempre con la familia.  Y por alguna razón, a ninguno de los dos esposos les volvió a preocupar si el tenedor se le caía, si la leche se le derramaba, o si el mantel se ensuciaba.

En sesión, muchas veces hablamos de la sobrecarga que tiene algunos familiares frente a otros del mismo rango. Este texto, nos hace reflexionar acerca de la corresponsabilidad del cuidado y la reprocidad. La vida es como una cosecha que se siembra, habrá veces que no recojamos todo lo sembrado, pero por lo general, la vida tiene más sentido cuando se actúa conforme a las propias creencias, a lo aprendido, y a la tranquilidad de una conciencia que sabe que las acciones, emociones y pensamientos viven en armonía con los valores.

Rosa Ana García.

Psicología Alzheimer.

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