Todo lo anterior lo aderezamos con una dinámica de presentación en la que los “abuel@s” y los chic@s compartieron conversaciones entre ellos, que les sirvió a todos para enriquecerse como personas y aprender a ponerse en el lugar de los demás.
Todos bailaron con todos, y pudimos disfrutar de las risas compartidas y de la alegría que para nuestros usuarios supone este soplo de aire fresco que les regalan los jóvenes.
Está siendo una experiencia muy enriquecedora y positiva ya que, mediante el intercambio de dos generaciones tan distanciadas en edad, encontramos puntos comunes entre ambas, como el respeto, el cariño y la ilusión por la vida.
Una ilusión que los jóvenes trasmiten a nuestros abuelos y que ellos agradecen con muestras de afecto y sabiduría.
La semana que viene más.