Volvimos a realizar juegos de coordinación motriz, y de musicoterapia, pero, sobre todo, volvimos a ver la interacción entre dos generaciones de edad muy dispares, pero muy parecidas al mismo tiempo, ya que hay un hilo invisible que los une, a pesar de la diferencia de edad, y es esa empatía, ese afecto interior y esa conexión mutua muy parecida a la que sientes los abuelos y los nietos.
Una vez más pudimos comprobar que, a pesar del alzhéimer, el cariño une.
La semana que viene, más.