Ya estamos de nuevo aquí, tras mi baja maternal empezamos una nueva etapa de las entradas de fisioterapia para nuestra página web con las baterías cargadas a tope, los bolsillos llenos de nuevas ideas y el corazón rebosante de ilusión.
Os confieso que la pena de dejar a mi peque en casa duró muy poco, lo reemplazó la alegría de ver que casi todos los usuarios del centro no sólo me recordaban, sino que incluso me preguntaban por mi hijo…..con razón siempre decimos que el afecto nunca se olvida, y esto es prueba de ello.
Quiero compartir con vosotros una reflexión:
Veo cada día los progresos de mi hijo y es inevitable pensar que terminamos el camino de la vida tal y como lo empezamos, siendo totalmente dependientes de otra persona, necesitamos su ayuda para comer, asearnos, vestirnos... y cuando perdemos (o aun no tenemos) la capacidad de hablar, es difícil manifestar qué necesitamos en cada momento. Yo he aprendido a saber cuando un llanto es de hambre y cual de sueño o que grititos son de llamadas de atención por aburrimiento o dolor, al igual que un cuidador comprende a su enfermo aunque este no pueda decirle que le pasa. Mi hijo no me puede agradecer lo que hago por él con palabras aunque una sonrisa suya es suficiente para iluminar mi mundo, y no dudo de su amor porque lo veo en su mirada...
TU que te dedicas a tu familiar con el mismo cuidado que yo a mi hijo, aprende a encontrar sus gestos de agradecimiento y de afecto, que seguro son muchos, porque el AMOR NUNCA SE OLVIDA.
Marina Preciado Hortigón. Fisioterapeuta del Centro de día de alzhéimer “Tierra de Barros”