La noticia que os remitiremos a continuación es un claro y sencillo ejemplo de cómo debemos adaptar nuestras circunstancias vitales a nuestro familiar enfermo para hacerle partícipe, en la medida de lo posible, de los acontecimientos familiares y sociales que vivamos.

Esto es precisamente lo que hizo una mujer de Michigan (EEUU), que decidió casarse en la residencia para enfermos de alzhéimer en la que está ingresado su padre, en lugar de en una iglesia, para que él pudiera llevarla al altar.

Su padre, un hombre de 64 años con un alzhéimer  muy avanzado no puede hablar, ni comunicarse, pero sigue reconociendo a su hija, y la llevó emocionado a los brazos de su marido delante de los invitados allí presentes, que no pudieron contener las lágrimas al ver esta muestra de amor incondicional entre padre e hija, a pesar del mal del olvido.

Es hermoso comprobar cómo, a pesar de todo lo malo que el alzhéimer puede acarrearle a una familia, el cariño y el afecto siguen ganándole la partida a la enfermedad.

Ojalá tomemos ejemplo para saber acercar al enfermo a los acontecimientos importantes de nuestras vidas, en lugar de alejarlos de ellos por el simple hecho de estar enfermos.

Han olvidado muchas cosas, pero siguen recordando las muestras de afecto. Ninguno de ellos ha dejado de saber cómo se da un beso o un abrazo. EL CARIÑO NUNCA SE OLVIDA.