Es habitual en los enfermos de Alzheimer la conducta de “sombra”, ocurre cuando la persona con demencia intenta en todo momento mantener a vista en todo momento,
siguiendolos como un niño haría con su padre/madre.
Esta perturbadora conducta puede llevar al cuidador al agobio y a pensar que su espacio personal se ha violado.
Es importante entender las causas de este curioso comportamiento. Aquellos comportamientos desafiantes y cambiantes son fruto de la progresión de la enfermedad. Las conductas más difíciles y complicadas, aquellas que más ansiedad provocan en el cuidador principal, tienen lógicamente detrás un mensaje.
En enfermos de Alzheimer, la conducta se seguimiento constante o sombra representa siempre un mensaje oculto de desconcierto, inseguridad y miedo.
La persona ante la incertidumbre de lo desconocido se pregunta ¿Donde estoy? ¿Qué debo hacer? ¿A dónde debo ir? ¿Te conozco?. A este respecto, el cuidador personifica la figura de la seguridad, el salvavidas, el protector de esa persona.
Debemos tener en cuenta que estos comportamientos se deben a la enfermedad y no a la persona, no podemos cambiar o controlar la enfermedad, si comprenderla y actuar en consecuencia.
Aceptación
Podemos aceptar el comportamiento, en esta condición de seguimiento constante, nos acomodamos a abordar la emoción que existe detrás de dicho comportamiento, esta emoción oculta es el MIEDO.
El miedo es un componente habitual hermanado a la demencia o al Alzheimer. Abordar el miedo puede comenzar con la pregunta ¿Qué puedo hacer/decir a la persona para tranquilizarla?.
La necesidad de vagar con objetivo exploratorio y de seguimiento del cuidador a consecuencia del miedo, compromete la seguridad del enfermo poniendole en una posición de riesgo a la caída.
Habitualmente, lo que da seguridad a la persona con Alzheimer es el seguimiento de rutinas, una rutina diaria predecible, cargada de actividades familiares y sin exigencias, enmarcadas en un ambiente tranquilo recrea una situación tranquilizadora.
Parte de lo que podemos hacer, queda resumido en esta serie de consejos:
– Decir palabras tranquilizadoras cada día “estás bien, tranquilo”, “estamos aquí para ayudarte”, “todo irá bien”. Debemos tener en cuenta nuestro tono de voz (calmado y suave) y la brevedad de las emisiones.
– Podemos poner música ambiental relajante, que ayude a conseguir un ambiente distendido y relajado.
– Rodear a la persona de sus pertenencias, fotografias, recuerdos, objetos a los cuales esté muy familiarizado.
Hay que tener en cuenta que con la progresión de la enfermedad lo que hoy nos era eficaz y aportaba seguridad y confort a la persona puede que a medida que avance la enfermedad, esas fórmulas deban ser modificadas.
Fuente: Clínica Mayo.