Los síntomas alzhéimer van desde apenas una percepción subjetiva de problemas de memoria a un deterioro casi total del funcionamiento cognitivo.
El tema de las fases de alzhéimer ya lo hemos tocado en otras ocasiones. En uno de nuestros artículos más populares hablamos de las diferentes clasificaciones que existen para caracterizar cómo evoluciona la enfermedad. En esa ocasión describimos la clasificación más actual y acorde a los conocimientos científicos modernos sobre el alzhéimer. Sin embargo, también mencionamos que una descripción del año 1999 del profesor de la Universidad de New York Barry Reisberg es quizás el mejor intento hasta el momento de describir detalladamente las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Alzheimer
Hoy os traemos esa descripción, destacando los puntos más importantes que describió el profesor Reisberg.
SÍNTOMAS ALZHÉIMER: LO QUE SUCEDE DESDE EL INICIO HASTA EL FINAL.
Fase 1: normal
A cualquier edad las personas pueden potencialmente estar libres de síntomas objetivos o subjetivos de deterioro cognitivo y funcional. También libres de los cambios de humor y conductuales que se asocian a ese deterioro. Llamamos a estas personas mentalmente sanas, y estarían en la etapa 1, o normal.
Fase 2: olvidos benignos asociados a la edad.
La mitad o más de la población de personas mayores de 65 años experimenta quejas subjetivas de dificultades cognitivas y / o funcionales. Las personas mayores con estos síntomas creen que ya no pueden recordar nombres tan bien como lo hacían 5 o 10 años antes. Frecuentemente, también tienen la convicción de que ya no pueden recordar dónde colocaron las cosas tan bien como antes. También es común que experimenten subjetivamente dificultades en la concentración y para encontrar la palabra correcta cuando se habla.
Varios términos se han sugerido para esta condición, pero olvidos benignos asociados a la edad es probablemente la terminología más satisfactoria. Estos síntomas que, por definición, no resultan notables para las personas cercanas al mayor, resultan generalmente benignos. Sin embargo, existe cierta evidencia reciente de que las personas con estos síntomas declinan a un ritmo mayor que las personas de edades similares y sanas, que están libres de quejas subjetivas de problemas de memoria.
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Fase 3: deterioro cognitivo leve (DCL)
La persona en esta etapa manifiesta déficits sutiles, pero que son notados por las personas cercanas a él/ella. Esos déficits pueden manifestarse de diversas formas, por ejemplo: la persona con deterioro cognitivo leve (DCL) puede repetir preguntas una y otra vez.
La capacidad de desarrollar las funciones ejecutivas también se ve comprometida; es habitual que las personas que aún trabajan experimenten un declive en el rendimiento. Para aquellos que deben desarrollar nuevas habilidades en el trabajo, la incapacidad para esto puede ser evidente, por ejemplo, una persona con DCL puede ser incapaz de aprender a manejar un nuevo programa de ordenador.
En aquellos que ya no trabajan, pero participan activamente en eventos sociales, como planificar cenas, pueden manifestar declives en la capacidad de organizar esas actividades. Otras personas con DCL pueden tener dificultades para concentrarse. Todos estos déficits terminan provocando en la persona una gran ansiedad que resulta evidente.
El pronóstico para estas personas es variable. Una proporción importante de ellas no deteriorará, incluso cuando se les sigue a lo largo de muchos años. Sin embargo, en una mayoría de las personas con síntomas de alzhéimer fase 3 se producirá un declive evidente y en un intervalo de 2 a 4 años se manifiestan claros síntomas iniciales de demencia.
En las personas que no realizan tareas profesionales o sociales complejas, los síntomas iniciales del alzhéimer pueden no ser evidentes a sus familiares o amigos. Incluso cuando los síntomas sí son evidentes, lo común es que la persona vaya al médico a mitad o al final de esta fase. Como consecuencia, aunque la progresión hacia la otra etapa del alzhéimer en los sujetos con DCL ocurre de 2 a 4 años, la verdadera duración de esta fase cuando es un precursor de la demencia que después se hace evidente, es probablemente de aproximadamente 7 años.
El manejo de esta etapa incluye el asesoramiento en cuanto a la conveniencia de continuar en un rol ocupacional complejo y demandante. A veces, una “retirada estratégica” en forma de retiro, puede aliviar el estrés psicológico y reducir la ansiedad subjetiva.
Fase 4: Enfermedad de Alzheimer leve
El diagnóstico de enfermedad de Alzheimer se puede hacer con considerable precisión en esta etapa. El déficit funcional más común en los pacientes es la capacidad limitada para realizar las actividades instrumentales (complejas) de la vida diaria. Por ejemplo, se produce un declive de la habilidad para manejar las finanzas, para preparar cenas para invitados, para sí mismo o para la familia. Es común que la pareja del enfermo tenga que supervisar las cosas que hace. La duración media de esta etapa es dos años.
Los síntomas alzhéimer en esta etapa se hacen evidentes. La persona puede ser incapaz de recordar acontecimientos importantes, como una fiesta reciente o la visita de un familiar hace poco tiempo. Del mismo modo, se pueden producir errores manifiestos en recordar el día de la semana, mes o estación del año. Sin embargo, la persona en esta fase de la enfermedad de Alzheimer puede aún ser capaz de recordar su dirección, las condiciones del clima en el exterior o informaciones actuales muy importantes, como el nombre del presidente del estado.
A pesar del deterioro cognitivo, las personas con estos síntomas de alzhéimer pueden aún sobrevivir de manera independiente en la comunidad, aunque manifieste dificultades para hacer la compra, preparar la comida o pedir de menú en un restaurante (es clásico el ejemplo de pasarle la carta el esposo con un “tú pide”).
El estado afectivo predominante en esta etapa es lo que se llama aplanamiento afectivo; el enfermo parece menos emocionalmente sensible que antes. Esta falta de capacidad de respuesta emocional está, probablemente, íntimamente relacionada con la negación de su déficit, que es notable en esta fase.
Aunque el paciente es consciente de sus déficits, esta toma de conciencia de la disminución de su capacidad intelectual es muy dolorosa para la mayoría de las personas y, por lo tanto, el mecanismo de defensa psicológico conocido como negación — el paciente busca ocultar su deterioro, incluso de sí mismo cuando sea posible— se activa. En este contexto, el aplanamiento afectivo se debe a que el paciente tiene miedo de revelar sus déficits. En consecuencia, el paciente se limita de participar en actividades tales como las conversaciones.
En ausencia de complicaciones médicas, el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer se puede hacer con considerable certeza desde el principio de esta etapa.
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