El ajedrez va camino de implantarse en las escuelas, tras haberse aprobado por unanimidad la proposición no de ley que el PSOE ha presentado en la Comisión de Educación y Deporte del Congreso. Tras este primer paso, Pablo Martín, diputado que ha debatido la proposición, explica a Verne que el objetivo es que esta "herramienta pedagógica muy útil que tiene un coste ínfimo" acabe siendo una asignatura escolar.
El propio Martín es aficionado al ajedrez y, de hecho, preparó la propuesta con ayuda de Juan Ramón Galiana, su profesor de ajedrez en Mallorca, y de Leontxo García, periodista especializado colaborador de El País y autor de un informe que resume los beneficios que tiene el ajedrez para los niños. Este informe recuerda que la propuesta no nace de cero: ya hay más de 300 colegios públicos y privados en los el ajedrez es asignatura obligatoria, siguiendo la recomendación que hizo en 2012 el Parlamento Europeo.
1. Ayuda a desarrollar la inteligencia
Según el informe de Leontxo García, que recoge los datos de estudios publicados en varios países, “los niños ajedrecistas desarrollan más la inteligencia y logran resultados académicos mejores (en un 17% por término medio) que los no ajedrecistas, especialmente en matemáticas y lectura (precisamente los dos campos donde los alumnos españoles fallan más, según el Informe Pisa)”.
Por poner otros ejemplos: un informe de la Kasparov Chess Foundation recoge los resultados de diversos estudios que muestran cómo el ajedrez mejora la creatividad, la solución de problemas, la memoria y la concentración. Otra prueba realizada en varios colegios italianos muestra que este juego contribuye a la mejora del rendimiento académico.
2. Y no sólo la inteligencia
Miguel López, que ha sido profesor de ajedrez, explica que este juego ayuda a los niños a mejorar “su capacidad de concentración y también a madurar. Ven que los actos tienen consecuencias y esto les ayuda a no ser excesivamente impulsivos”. Por ejemplo, normas como pieza tocada, pieza jugada ayudan a pensar antes de actuar.
Leontxo García lista en su informe las cinco inteligencias que el ajedrez desarrolla (de las ocho de la clasificación de HowardGarner): lógico-matemática, lingüística, espacial, intrapersonal e interpersonal.
3. Es bueno para los pequeños
López apunta que se puede enseñar incluso a partir de los tres años: “Cuanto más pequeños, mejor, porque va a influir en su capacidad de reflexión y en su paciencia. Aunque no puedes exigirles que jueguen una partida de tres horas”.
Leontxo García considera interesante cómo ayuda a niños de preescolar (3-5 años) “porque demuestra que –en contra de lo que mantenían los expertos hasta hace poco– la inteligencia abstracta se puede trabajar antes de los 6 años”, motivo por el que Pablo Martín explica que el PSOE propondrá que "el ajedrez entre como asignatura en educación primaria". (También porque "el currículo de secundaria está más cargado".
García menciona el ejemplo de la colombiana AdrianaSalazar, en cuyo centro de Bogotá “los niños de 4 años juegan al ajedrez, tocan el violín y practican el taekwondo. Utiliza el método transversal (enseña geometría y fomenta la visión espacial, entre otras muchas aplicaciones), que también ha funcionado bien con niños mayores (por ejemplo, al explicar la historia universal en paralelo con la historia del ajedrez)”.
También es útil en la formación de valores: “Respetar las ideas de los demás, responsabilizarse de sus propios actos, aprender a ser más tolerantes, más pacientes, a tener un poco más de humildad” y a recordar que “si pierdes hoy, mañana te levantas y pones otra vez las piezas".
4. Es bueno para los mayores
“La práctica frecuente del ajedrez retrasa y mejora el envejecimiento cerebral, y podría prevenir y retrasar el Alzheimer”, explica Leontxo García, que califica el juego de “gimnasio mental”.
5. Es un juego
El juego es la forma que tiene el niño de aprender a relacionarse con el mundo, mejora las habilidades sociales y la imaginación, y fomenta la creatividad, además de ayudarle a aprender normas sociales y a sobrellevar la frustración: “En el ajedrez se pierde, como en cualquier juego, y no pasa nada”, nos cuenta López.
El hecho de que sea un juego también es un factor de motivación extra: “De entrada, es más divertido que una clase”, apunta también López, que aun así recuerda que en las lecciones que impartía (opcionales), “se veía rápidamente quién se había apuntado por interés y quién, obligado por sus padres”.
6. Pero no es un juego cualquiera
El juego siempre tiene efectos positivos para un niño, pero el ajedrez tiene otras ventajas sobre el bridge, por ejemplo, que se estudia en muchas universidades por su relación con las matemáticas: “No hay factor suerte”, apunta López, recordando que los jugadores no dependen del reparto de cartas ni del resultado de una tirada de dados. “Y además hay multitud de variantes. No hay dos partidas de ajedrez iguales”.
Leontxo García añade que su infraestructura es barata, que es universal, que cuenta con más de 15 siglos de historia y, sobre todo, que tiene “conexiones muy interesantes con el arte, la ciencia, las computadoras, la pedagogía y la psicología”.