Siempre que me preguntan donde trabajo y les cuento que mi jornada trascurre entre enfermos de Alzheimer, la gente me mira y dice:”ufff... debe ser muy duro trabajar allí” y no os podéis imaginar la cara de sorpresa que ponen muchos cuando les respondo “que no, que es maravilloso”. ¿Quien tiene la suerte de recibir 36 besos en su trabajo en una semana? ¿Alguna vez os han dado 17 abrazos sinceros y de corazón en 5 días? Bueno, para ser sincera no todo es amor, no creo tampoco que muchos de vosotros recibáis un pellizco semanal en un brazo…
Pero en general, he de decir que tras 13 años como fisioterapeuta, he pasado por muchos centros, hospitales, ambulatorios, he tratado con muchos enfermos y diferentes patologías y en ningún lado mis pacientes me han trasmitido tanto cariño sin ni siquiera recordar mi nombre, es mas, muchos no reconocen ni mi cara, pero absolutamente todos reconocen mis manos, como I.R. que no sabe ni su nombre pero en cuanto empiezo el masaje que recibe cada día en la espalda para aliviar sus dolores de espalda por una cifosis muy marcada, me mira y exclama:” ¡Ay si eres tu! Ya me has dado la frieguita el otro día, pero sigue sigue que me gusta mucho…”
Por eso os hacemos tanto hincapié en que, a pesar de que vuestros familiares no os recuerden, el cariño no se olvida, es más, aún perdida la capacidad de aprendizaje, su capacidad de adquirir y demostrar afecto por personas que llegan a su vida, aun muy avanzada la enfermedad, queda intacta.
Esto queda reflejado muy bien en la fotos de la exposición trazos de complicidad y afecto que tiene lugar esta semana, si podéis no os la perdáis, ¡¡¡es amor en estado puro!!!