Sonreír es parte del lenguaje universal, da igual que no nos entendamos con las palabras, una sonrisa es siempre bien recibida, calma y apacigua, no solo al que la recibe, sino al que la da, ya que el gesto de sonreír libera endorfinas y serotonina que mejoran la sensación de bienestar y disminuyen el estrés y el dolor.
Pero no es solo ese el único beneficio que encontramos en la sonrisa, sino que hay estudios que aseguran que se reduce la presión arterial e incluso aumentan nuestras defensas.
La mascarilla lleva ya más de dos años en nuestra vida, y para mí, lo peor de llevarla es precisamente la ausencia de sonrisas. No os podéis imaginar que herramienta más útil tenemos en la sonrisa, más aún si hablamos de un enfermo de Alzheimer.
Por eso, hoy más que nunca, y aunque a veces no se tengan motivos sinceros para sonreír, no podemos dejar escapar la oportunidad de regalar un pequeño momento de felicidad con una buena sonrisa en nuestra cara.
Marina Preciado Hortigón (Fisioterapeuta Centro de Día de Alzhéimer “Tierra de Barros”)