Crea un ambiente de calma eliminando los factores de estrés. Puede movilizar a la persona a una habitación dedicada al descanso. Además, puede estimular al enfermo induciéndole a la relajación, controlando el factor ambiental, tonalidad de luz, olores y música relajante. Evite el consumo de excitantes, como la cafeína y la teína; y el ruido como la televisión o las voces.
Supervisa su comodidad personal, compruebe si la persona se siente a gusto vestida (evitando ropa ajustada, broches que le puedan producir picor, etc.).
Descarta posibles causas orgánicas, si el paciente refiere dolor, si tiene hambre o sed, si sufre de estreñimiento, si tiene alguna infección urinaria, si tiene la piel irritada….
Simplifica sus tareas y rutinas cuando el paciente persiste en su ansiedad. Además, es recomendable aprovechar algún momento del día para que la persona se ejercite y libere energía, como el paseo diario, realizar juntos alguna tarea sencilla.
Por último, recordar que, si tras una buena intervención ambiental y conductual el paciente no mejora, siempre se puede acudir a un médico para una correcta terapia farmacológica.