El “eritema ad igne”, que es el nombre técnico de esta afección, es una lesión vascular con manifestación dérmica, que provoca un eritema reticulado, hiperpigmentacion de la zona afecta, telangiectasias (arañas vasculares) y en algunos casos descamación.
El principal agente causante de esta lesión es el calor directo, y las mujeres suelen ser más propensas a sufrirla. Debemos prestar especial atención a nuestros mayores, ya que si a la exposición prolongada al calor le añadimos los problemas circulatorios propios de la edad puede llegar a complicarse.
Los síntomas son picor, quemazón y dolor, al inicio suelen ser asintomáticas, con lo cual debemos prestar especial atención al estado de la piel y procurar no rascar la zona afectada, ya que, si no, pueden aparecer ampollas, costras e incluso pequeñas ulceras que tardaran en curar.
Si el causante es el calor directo, la solución parece sencilla, no exponernos directamente a una fuente de calor, aunque con estos fríos es difícil no sucumbir al placer de una camilla y un braserito, lo mejor es utilizar una pequeña manta de algodón sobre las piernas, de modo que la exposición no sea directa.
Pequeños paseos durante el día, limitando el tiempo que estamos sentados al calor, nos ayudara también a mejorar la circulación evitando o retrasando la aparición de las mismas.
Una correcta hidratación de la piel y del individuo, nos ayudara a mantener intacta la piel y que empeore la situación. Así mismo la aplicación de cremas e ungüentos que regeneren la piel afectada, como manteca de Karite, Aloe vera, Árnica…
Si se trata a tiempo remite pronto sin mayor repercusión, sin embargo, si mantenemos la exposición al calor puede cronificarse, (volviéndose la lesión de un color marrón más oscuro) por lo que debemos acudir al médico de cabecera que dará las pautas adecuadas a seguir según las condiciones específicas de cada paciente
Marina Preciado. Fisioterapeuta Alzhéimer “Tierra de Barros”