Las alteraciones del sueño más comunes son los despertares precoces, la interrupción del sueño de forma repetitiva durante la noche, la inversión o el cambio del ciclo sueño-vigilia (el enfermo duerme durante el día y por la noche no puede conciliar el sueño) y la agitación y/o desorientación nocturna.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
- Establecer horarios regulares de sueño (acostarse y levantarse siempre a la misma hora)
- Controlar los factores ambientales que pueden interrumpir un sueño reparador, tales como los ruidos, la iluminación o la temperatura.
- No realizar ningún tipo de actividad física antes de ir a dormir.
- Evitar usar prendas de vestir incómodas o sujeciones para dormir.
- Limitar el consumo de alimentos excitantes al menos dos horas antes de ir a dormir (cafeína, té, chocolate, etc.)
- No hacer siestas de más de 45 minutos.
- Restricción de sueño, es decir, no dejarlo dormir cuando él quiera, sino cuando este estipulado.
- En el caso de que estas medidas no farmacológicas resulten efectivas, utilizar fármacos de inducción de sueño, pero siempre bajo prescripción facultativa y con sumo cuidado.
En resumen, y como siempre aconsejamos, lo más importante es establecer pautas y rutinas diarias que incluyan el control del sueño, tanto diurno como nocturno, para permitir el descanso de los enfermos y sus cuidadores, mejorando así la calidad de vida de ambos.
Mª Magdalena Galindo
Psicóloga Centro de Día de Alzhéimer “Tierra de Barros”