El principal agente causante de esta lesión es el calor directo, y las mujeres suelen ser más propensas a sufrirla. Debemos prestar especial atención a nuestros mayores, ya que si a la exposición prolongada al calor le añadimos los problemas circulatorios propios de la edad puede llegar a complicarse: se agravan los síntomas de quemazón y dolor, provocando también picor, lo cual al rascar la zona aparecen ampollas, costras e incluso pequeñas ulceras que tardaran en curar.
¿Como podemos prevenirlo?
Si el causante es el calor directo, la solución parece sencilla, ¡no exponernos directamente a una fuente de calor! Pero con estos fríos es difícil no sucumbir al placer de una camilla y un braserito, lo mejor es utilizar una pequeña manta de algodón sobre las piernas, de modo que la exposición no sea directa.
Pequeños paseos durante el día, limitando el tiempo que estamos sentados al calor, nos ayudara también a mejorar la circulación evitando o retrasando la aparición de las mismas.
¿ Que podemos hacer si ya han aparecido?
Al inicio suelen ser asintomáticas, con lo cual debemos prestar especial atención al estado de la piel, si apreciamos que han aparecidos las primeras manchas rosadas debemos evitar la aplicación de calor, mantener una correcta hidratación de la piel e incrementar el tiempo de paseo limitando los grandes periodos de inmovilización.
Si se trata a tiempo remite en un par de días sin mayor repercusión, sin embargo, si mantenemos la exposición al calor puede cronificares, (volviéndose la lesión de un color marrón más oscuro) lo cual es aconsejable acudir al médico de cabecera que dará las pautas adecuadas a seguir según las condiciones específicas de capa paciente
Marina Preciado. Fisioterapeuta Alzhéimer “Tierra de Barros”