El descenso de temperaturas trae problemas respiratorios, no solo por la presencia de gripe y resfriados, sino que provoca que nuestro sistema inmune se debilite, bajando las defensas y favoreciendo aún más la aparición de problemas respiratorios, por eso un resfriado en agosto provocado por el aire acondicionado se resuelve en una semana y un resfriado en diciembre puede acabar en neumonía, nuestro cuerpo está más débil y los patógenos atacan con más virulencia. Para ayudar a nuestras defensas contra este frío es bueno la equinácea, el propóleo y la jalea real, se recomienda empezar ya y no esperar a estar resfriados, además al ser naturales no tienen alteración con ninguna medicación.

La piel es otro órgano que se ve afectado por el frío, se reseca y se rompe con más fragilidad, por eso es importante hidratarla,  no solo por fuera sino también por dentro, los casos de deshidratación en invierno son casi igual de frecuentes que en verano.

La circulación se ralentiza debido a las bajas temperatura, si a ello le sumamos el déficit de circulación presente en la tercera edad nos encontramos con un serio problema, sobre todo en manos, pies, nariz y orejas, zonas que además de estar más expuestas al frío tienen peor irrigación, por este mismo motivo duelen más y se encuentran más rígidas las articulaciones en invierno. Son muchos los remedios para ayudar a nuestro sistema circulatorio, el primero es aumentar el movimiento y evitar la inmovilización, otro es el jengibre, su infusión acompañada con limón y canela, no solo nos ayuda a prevenir los catarros, sino que aumenta la circulación periférica, también hay medicamentos que pueden realizar esta función, acude a tu médico de cabecera que sabrá aconsejarte cual es el adecuado para cada caso.

Marina Preciado. Fisioterapeuta Alzhéimer “Tierra de Barros”