En el adulto mayor, tanto la epilepsia como enfermedad de Alzheimer (EA) son condiciones frecuentes que se pueden presentar en forma independiente; sin embargo coexisten en el 50 % de casos. En estudios de seguimiento longitudinal de pacientes con EA, el 2% de pacientes desarrolló crisis epilépticas después de 5 años de seguimiento. El gran problema para el profesional de la salud es reconocer la presentación clínica de las crisis epilépticas en un paciente con EA; pues las crisis epilépticas generalizadas del tipo tónico clónicas, que son de fácil reconocimiento, no son las más frecuentes. Por el contrario, las más frecuentes son las del tipo parcial y dentro de ellas, las parciales complejas; peor aún debido al comportamiento errático de pacientes con EA, las crisis parciales complejas (fenómenos de mira fija, o mirada al vacío, automatismo, marchas sin motivo, balbuceos, entre otros) suelen confundirse con síncopes (pérdida breve de conciencia con pérdida del tono postural, generalmente por cambios de la presión arterial, o por deshidratación motivada por escasa ingesta de líquidos), episodios de amnesia global transitoria, ataques isquémicos transitorios, trastornos del sueño, episodios de ansiedad, trastornos metabólicos o tóxicos-infecciosos. No obstante, otros estudios reportan que las crisis epilépticas más frecuentes son las crisis parciales con generalización secundaria, también se han descrito crisis parciales simples y mioclónicas; es por ello que el electroencefalograma podría ser una herramienta útil que apoye el diagnóstico. En ese sentido, el foco epileptógeno reportado con mayor frecuencia en los electroencefalogramas es de origen unilateral y a nivel temporal, seguido de la región fronto-temporal.
La importancia de reconocer e iniciar tratamiento temprano en pacientes con EA y epilepsia, radica en que estos pacientes tienen mayor deterioro cognitivo y peor calidad de vida si las crisis epilépticas no son tratadas de forma oportuna y adecuada. Así, en pacientes con EA y crisis epilépticas uno de los factores que se debe tener en cuenta antes de iniciar el tratamiento antiepiléptico es valorar la posibilidad de recurrencia de crisis epilépticas; y los factores de riesgo que predicen la recurrencia son la edad de inicio temprana, la severidad de la enfermedad y la actividad epileptiforme focal hallada en el electroencefalograma; también es importante tener en cuenta que las crisis epilépticas en EA, no diagnosticadas y por ende no tratadas generaría fluctuaciones cognitivas diarias; de allí se deduce que el tratamiento oportuno y adecuado con drogas antiepilépticas mejoraría el perfil cognitivo de estos pacientes y su calidad de vida. La selección de la droga antiepiléptica requiere una elección cuidadosa; evaluando efectos adversos, interacciones farmacológicas, complicaciones y costos. Los antiepilépticos de primera generación, como fenitoína, fenobarbital, carbamazepina y ácido valproíco podrían empeorar los problemas cognitivos, del humor y el comportamiento en algunos pacientes. Se ha demostrado que levetiracetam y lamotrigina tienen mejor eficacia y tolerabilidad. Además levetiracetam podría mejorar el perfil cognitivo en los dominios de atención y fluencia verbal, menor incidencia de depresión y menor interacción farmacológica.
Fuente: https://blogcrea.imserso.es/crisis-epilepticas-en-la-demencia-tipo-alzheimer/