
Hablar con los más pequeños sobre una enfermedad como el Alzheimer u otra demencia no es fácil. A menudo, los adultos intentamos protegerles, evitamos ciertos temas o damos explicaciones confusas. Pero cuando un abuelo o abuela empieza a tener olvidos, cambios de comportamiento o ya no reconoce a sus seres queridos, los niños también lo perciben… y necesitan entender lo que pasa.
Contarlo de forma clara, sincera y adaptada a su edad les ayuda a sentirse más seguros, a desarrollar empatía y a construir una relación diferente, pero todavía valiosa, con su familiar.
No entienden conceptos médicos complejos, pero sí pueden comprender que el abuelo está enfermo “del cerebro” y que por eso se le olvidan cosas, se comporta raro o no recuerda su nombre. Lo importante es que sientan que no es culpa de nadie y que sigue siendo su abuelo, aunque esté diferente.
Ejemplo: “El abuelo tiene una enfermedad que hace que su cabeza no funcione igual que antes. A veces se le olvidan cosas, pero no es porque no te quiera”.
Pueden entender mejor lo que significa una enfermedad progresiva. Se les puede explicar que no tiene cura, pero que hay formas de ayudarle a estar más tranquilo y acompañado.
Ejemplo: “Lo que le pasa al abuelo se llama demencia. Poco a poco va a olvidar más cosas, pero podemos seguir compartiendo ratos bonitos con él”.
Tienen capacidad para comprender lo que implica la enfermedad a nivel emocional y práctico. Es importante darles espacio para expresar dudas, hablar de cómo les afecta, y permitirles decidir si quieren implicarse en los cuidados o no.
Ejemplo: “Sé que ver al abuelo así es duro. Si alguna vez quieres hablar, llorar o simplemente contarme cómo te sientes, estoy aquí”.
Es verdad que la enfermedad cambia las relaciones familiares. Pero también es cierto que, con apoyo, muchos niños y adolescentes encuentran formas nuevas de conectar con su abuelo o abuela: a través de gestos, canciones, caricias o simplemente estando ahí.
Hablarles con claridad y cariño no solo les ayuda a entender lo que ocurre, sino que les enseña algo muy valioso: que también en la fragilidad, el amor sigue presente.