
En otoño muchas personas notan un incremento de dolores musculares y articulares. Los principales factores son:
- Cambios de temperatura y mayor humedad, que favorecen la rigidez muscular.
- Menos horas de luz, lo que reduce la síntesis de vitamina D.
- Reincorporación a la actividad física tras el verano, a menudo sin una adaptación progresiva.
Uno de los más frecuentes es el dolor cervical o cervicalgia, que puede ir desde la base del cráneo hasta los hombros. A veces se acompaña de dolor de cabeza, vértigo, falta de fuerza e incluso hormigueo o pinchazos en brazos y manos.
Causas más comunes.
- Sobrecarga muscular y contracturas (frecuente en cuidadores que realizan transferencias de peso y cambios posturales en personas dependientes).
- Artrosis cervical.
- Hernias discales.
- Espondilosis cervical.
- Lesiones o distensiones de ligamentos.
Un diagnóstico médico y fisioterapéutico adecuado es clave para tratar el origen y evitar que el dolor se cronifique.
Consejos para aliviar y prevenir la cervicalgia
- Higiene postural
- Evita posturas prolongadas de flexión o extensión del cuello.
- Cambia de posición con frecuencia si trabajas sentado.
- Levanta pesos de forma correcta.
- Ejercicios de estiramiento cervical (5–10 minutos al despertar y antes de dormir)
- Movimientos lentos de rotación de cabeza (derecha–izquierda).
- Inclinaciones laterales sin forzar.
- Estiramientos suaves de trapecios.
- Aplicar calor local
- Ayuda a relajar la musculatura y disminuir el dolor.
- Alimentación antiinflamatoria
- Integra pescado azul, nueces, semillas de chía, frutas y verduras de temporada.
- Gestión del estrés
- Técnicas de respiración profunda, meditación o estiramientos suaves antes de dormir.
- Descanso adecuado
- Utiliza una almohada ergonómica que respete la curvatura cervical.
- Evita dormir boca abajo.
Con estas medidas, acompañadas de la supervisión de tu médico o fisioterapeuta, es posible reducir el dolor cervical y prevenir que se vuelva crónico.
Fisioterapia Alzheimer