Antes de pensar en deterioro cognitivo, el médico suele descartar factores como estrés, ansiedad y depresión. Estos tres factores pueden suponer una merma notable de memoria en personas de cualquier edad. La buena noticia es que, al tratarlos, se recupera buena parte de la memoria perdida, especialmente si la persona afectada se encuentra en buen estado físico.
Por eso, el neurólogo intenta descartar siempre que el paciente que se queja de fallos de memoria no está sometido a altos niveles de estrés o se encuentre en un proceso depresivo. Hay otros factores ambientales que pueden influir. como la jubilación (lo que supone una menor estimulación cognitiva) o el uso de nuevas tecnologías que “suplantan” a la memoria (agendas, electrónicas, alarmas, móviles de última generación…).