Lunes, 14 Abril 2014 10:40

PROBLEMAS CIRCULATORIOS Y EL ALZHEIMER

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 Varias investigaciones han demostrado que las probabilidades de padecer Alzheimer aumentan cuando se mantienen niveles de colesterol por encima de 200 mg/dl de forma sostenida en el tiempo, comprobándose además, correlaciones positivas entre el riesgo de sufrir Alzheimer y la existencia de diabetes. En la Universidad de Pittsburg se demostró que la hipertensión arterial reduce el riego sanguíneo cerebral, aumentando la vulnerabilidad del cerebro a los efectos de la enfermedad, sugiriendo estos resultados, que la hipertensión contribuye al desarrollo del Alzheimer.

Estos ejemplos nos permiten observar que existe una evidente relación entre los problemas circulatorios y el Alzheimer. Si tenemos en cuenta que estos problemas tienen una influencia predominantemente metabólica, estaremos en condiciones de adentrarnos en el camino de una prevención primaria natural, que si bien no garantiza que no se padecerá Alzheimer, sí puede contribuir, directa o indirectamente, a reducir el riesgo de contraerla, o bien, a retrasar su evolución sobre todo en fases iniciales de la enfermedad, gestos sencillos como andar media hora diaria , mantener una buena alimentación y facilitar la circulación de retorno con baños de contraste pueden ayudarnos a mantener una correcta circulación sanguínea, mantenido así  una buena oxidación celular.

Una vez que ya esta presente la enfermedad y los problemas cinéticos se hacen mas evidentes, como la bradicinesia o la dificultad de andar es cuando mas hincapié debemos hacer para evitar que la inmovilidad de nuestro enfermo favorezca la aparición de trastornos circulatorios, como edemas o ulceras venosas, para contrarrestarlos será necesario hacer que nuestro enfermo no pase mucho tiempo en la misma posición, realizando paseos cortos y frecuentes en caso de que camine o cambios posturales en caso de encamamiento prolongados.

Una herramienta eficaz y de fácil aplicación son los ejercicios de Buerguer-Allen

Su objetivo es mejorar el estado del flujo sanguíneo colateral en los distintos trastornos de la circulación periférica por acción de la gravedad.
Este tipo de ejercicio terapéutico están indicados en diversos trastornos de la circulación periferica, tanto en trastornos arteriovenosos como linfaticos estando contraindicados en caso de gangrena trombosis recientes o en caso del dolor del paciente.

Este tipo de ejercicio consta de 3 fases:

1. Fase de elevación: En esta primera fase el paciente se encuentra en  decúbito supino con los
miembros inferiores flexionados por la cadera, en un angulo de 60º a 90 º aproximadamente. Se mantiene esta posición entre medio minuto y tres minutos (de 30 a 180 segundos), realizando dorsiflexiones y plantiflexiones, hasta producir una palidez en la piel.

   

 

2. Fase de descenso: En la segunda fase el paciente está  en sedestación con los
pies colgando, y va a realizar circunducciones de ambos tobillos, por espacio de 2 a 5 minutos hasta conseguir una  hiperemia, que se va a producir por la llegada masiva de sangre a la zona luego del palidecimiento anterior. 

 

 

3. Fase de reposo: En esta última fase el paciente se coloca en decúbito supino y realiza dorsiflexiones y plantiflexiones del tobillo por un tiempo de tres a cinco minutos. 

 

 

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